11/ 52 el señor Panthro
Comenzó como una broma que poco a poco se convirtió en una realidad. Y quizá fue por medio de las bromas que comenzamos a hacernos más cercanos. Porque Panthro no era mío hasta hace relativamente poco tiempo. De los cinco años que tiene, dos los ha pasado a mi lado. Pero sólo desde el último año ha comenzado a ser eso, un señor, el señor Panthro.
Al principio era Pantris, Pantric, Pantricio. Pero cada vez adoptó más la figura de un señor.
En este momento, mientras escribo esto, él está a mi lado, a menos de siete centímetros de mi mano, y es imposible que me toque porque sabe que lo haría a un lado, pero quizá en ello recaiga su ser de señor, de entender que hay una distancia entre ser el “centro de atención” y ser: “el centro de atención más algo más”, como el teclado de la macbook, como las cosas que atiendo cuando estoy en la cocina lavando los trastes o haciendo café o limpiando su arena o bañándome, pero siempre está ahí. En cada momento, cuando volteo sus ojitos verdes me devuelven la mirada. Desde que estamos juntos ha aprendido dos gestos que no tenía antes: bufar como Kiki y llamar mi atención sin tener que maullar. Incluso cuando salgo al balcón a regar las plantas, también está ahí, a muy poquita distancia, sin querer ser un estorbo pero acompañándome. Cuando en algún momento de mi rutina siento su ausencia, lo llamo “señor Panthro” y casi de inmediato llega.
Es un gato muy needy y no cualquiera lo soportaría, pero para mí es el señor perfecto. Desde que hago home office, las veces que estoy el día entero en casa, la pasamos juntos y platicamos de muchas cosas.
Señor Panthro es muy serio y no tiene sentido del humor, frecuentemente hace chistes que no entiendo de tan simples. Le divierten cosas igualmente parcas como rascar el rollo de papel o subirse al escritorio y tirar cosas pequeñas que estén encima, como plumas o clips.
Ayer y hoy hemos platicado de un hashtag muy bobo que se llama #Ansory, señor Panthro dice que se identifica con él, que si tuviera su propio perfil de Instagram lo usaría todo el tiempo. Y sí, en efecto, casi todas las acciones de él podrían ir seguidas por un ansory. Incluso su estado de salud, que estuvo menguado durante todo el 2019, ocasionado por su inestabilidad emocional, pero sobre todo por estar tan expuesto a mi propio estrés. Cada que pienso en que algo me agobia también pienso en él, en no contagiarlo y que no sé dé cuenta, pero es imposible, porque nuestra comunicación no tiene que ver con las palabras comúnes, sino con la intuición, con los olores, con las caricias y con la forma de hacer la vida cotidiana. Algo que esté fuera de ese ritmo conocido lo detecta de inmediato.
Hoy está bien. Y si él está bien, quiere decir que yo también.
Miau.