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El newsletter de MUBI me recordó que ya podía ver Pasajes en la plataforma.
Hace unos años leí un tuit que decía «estoy seguro que todos los que estamos suscritos a MUBI entramos por la promoción de 15 pesos por 3 meses y luego olvidamos darnos de baja».
Yo varias veces he intentado darme de baja pero siempre termino quedándome y la ley para seguir pagando es al menos ver una película al mes. El mes pasado fue esa peli de Pasajes, película francesa sobre qué tan mierda puede ser un ser humano.
El protagonista es un hombre horrible. En toda la extensión de la palabra: ególatra, manipulador y tóxico. Tiene tanto miedo de estar solo que se lleva a todos de corbata.
En este universo, Tomás, es un cineasta con cierta fama y renombre que está casado con un chico que, por lo poco que nos dejan ver, tiene una imprenta de obra gráfica, como de serigrafías. El cineasta se «enamora» de una chica y deja al esposo, se va a vivir con ella y la embaraza. Luego quiere regresar con el esposo y «robarle» el bebé a la novia. La novia se da cuenta de todo y decide mejor abortar… o sea no han pasado ni dos meses cuando el cineasta ya sacó el cobre. Al final, Tomás, se queda como el perro de las dos torras y hace un berrinche afuera de la escuela en donde ella trabaja. Toma su bici y fin.
Pensé que en un universo paralelo la protagonista de la peor persona del mundo y este compa de Pasajes se encuentran y colapsan en su propia radioactividad.
De pronto parece sintomático que películas como La peor persona del mundo, Pasajes o Sick of my self, retraten personas perdidas en sí mismas que no empatizan con su entorno y que buscan que todos giren alrededor de ellos.
El hilo conductor de estos personajes es el vacío interior y como nada de lo que tienen en su vida es suficiente. Después de todo parece que en 2023 la condición humana se muestra desnuda y vulnerable pero en su centro arroja chispas de malestar y toxicidad.
Recordé mucho el metoo de 2019. Pensé si alguien como el protagonista de Pasajes podría encabezar un metoo. Creo que obvio sí, también pienso que la chica se da cuenta muy a tiempo de quién es y simplemente lo manda a volar y se aleja.
Hace falta más perspicacia como la que encarna la actriz Adèle. Sin tantos gritos ni sombrerazos manda a volar a la pareja de hombres. Eso también está bien retratado, a saber que no solo los hombres heterosexuales entran en el metoo, los hay en cualquier multiverso.
Al final de la película pensé, «ojalá pase un carro y se lleve la bicicleta en la que Tomás pedalea hacia la nada». Pero el mundo no es de finales felices mucho menos en las pelis francesas. Eso es lo más triste de estas películas es que esos personajes no aprenden nada y siguen por ahí, esperando que alguien les abra la puerta para manipular y hacer un cagadero.
Seguiré suscrita a MUBI después de todo.