15/52 the killer

Idalia Sautto
3 min readDec 20, 2023

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Qué complicada es la voz en segunda persona. Para guion, para cuentito o para puro vacilón. “No te metas con el Pepe Grillo…” decía un profesor de la Sogem. ¿Alguien todavía citará a sus profesores de la adolescencia?

The Killer es una película que todo mundo quería ver y que yo desde los primeros minutos ya tenía cara del sticker del chico que está harto:

Desde el inicio cuando falla con el primer asesinato y que nos muestra un neurótico de libreto con reglas súper estrictas empieza a ser contradictorio en todas sus acciones. Nada es personal, se repite una y otra vez y después resulta ser una película de pura venganza personal. No entendí.

Lo que más me saca de onda es que fue de esas películas que inflaron mucho, “la crítica aclama”, “el perfil psicológico”, “thriller elegante y atractivo”. Me aburrió. Alex me insistió en terminar de verla. Okey, pero no cambió mucho desde que decide ir a matar a todos. Para después regresar y acostarse en un camastro con su novia en algún lugar de Costa Rica.

Casi nunca escribo en segunda persona. Me parece muy espinoso salir de mi zona de confort porque después ¿cómo se entra?

Pepe Grillo, el narrador de la conciencia del otro, es por excelencia un lugar común para hablar de la segunda persona. La última vez encarnó la voz de Ewan McGregor en el Pinocho que hizo Del Toro. Y tampoco me gustó ese narrador, aunque estaba bien metido en la trama, era muy hueco, moralino, las segundas personas juzgan demasiado su personaje y eso puede llegar a chocar. Qué bien es decir lugares comúnes porque justamente de eso se trata The Killer… un lugar común sobre cómo es la mente de un psicópata.

El monólogo de su mente no es suficiente, constantemente es interrumpido por los golpes que trae la realidad. Es invencible como los antiguos héroes, como fue Antonio Banderas en Pistolero, una historia también de asesinos. En The Killer no queda claro cuál es el arco narrativo, además de vengar el ataque contra la novia, parece que todo se reduce a eso… a un psicópata que no lo es tanto, que puede matar pero que sí tiene sentimientos y que sólo a través de la venganza puede ¿calmarse?

La venganza se va haciendo cada vez más delgada en la medida que avanza la película. Es como si sólo por orgullo siguiera ese camino o porque no está claro si algo de la realidad le importa más que su esposa o novia.

Nada es personal, dice. Y es cierto, eso mismo le repite el asesino que tiene una perrita que lo proteje. Esto no era personal. Mientras escribo estas líneas quisiera creer en eso, en aquellas cosas que no me corresponden y al tiempo suena esa rolita de Babasónicos cuyo coro dice: tengo que aprender a fingir más y a pilotear lo que siento.

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