16/52 palabra clave: París

Idalia Sautto
3 min readApr 26, 2021

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Siempre fue una vieja aspiración de Oscar Wilde, expresada en El crítico artista, «no hacer absolutamente nada, que es la cosa más difícil del mundo, la más difícil y la más intelectual». En París, en los dos últimos años de su vida, gracias nada menos que a sentirse aniquilado moralmente, pudo hacer realidad su vieja aspiración de no hacer nada. Porque, en los dos últimos años de su vida, Wilde no escribió, decidió dejar de hacerlo para siempre, conocer otros placeres, conocer la sabia alegría de no hacer nada, dedicarse a la extrema vagancia y al ajenjo. El hombre que había dicho que «el trabajo es la maldición de las clases bebedoras» huyó de la literatura como de la peste y se dedicó a pasear, beber y, en muchas ocasiones, a la contemplación dura y pura.

Bartleby y Co.

El primer libro que leí de Vila-Matas fue París no se acaba nunca. Recuerdo aún la pequeña alcoba que rentaba, sin baño, y cómo su casera le hablaba en un francés superior que apenas y podía entender. Lo recuerdo justo como se recuerda la literatura que más me ha marcado, como si fueran escenas de una vida pasada en la que yo hubiera estado ahí, detrás, como testigo, casi como fotografías viejas que se guardan y que en el momento menos pensado regresan a la mente. París no se acaba nunca es una gran novela, ahí hubo alguien que intentó matar a Vila-Matas en una fiesta.

Después leí varios otros libros que no me cautivaron tanto, y por último leí Bartleby y compañía. Lo leí buscando respuestas y justo después me volví a topar en un recuerdo de Facebook con la fotografía que tengo de Vila-Matas en la Biblioteca Nacional de España. Esa foto simbolizó el fin de las coincidencias, pero también un añorado final feliz entre autor y lector. Luego me agregué a un grupo en Facebook en donde ponen noticias sobre el andar de Vila-Matas. Cuando recién comenzó la pandemia, hace ya un año, pensé, bueno, ahora quizá Vila-Matas estará contento y en paz de ver por fin Barcelona sin turistas.

Hace un par de días, revisando su texto en un taller literario me doy cuenta de lo mucho que disfruto volver a encontrarme con sus fragmentos, sus teorías e interpretaciones, con los diferentes “preferiría no hacerlo” que hay en autores prolíficos, pero también autores de un solo libro o de ningún libro publicado.

A la pregunta sobre el devenir de la literatura en el nuevo milenio, una pregunta que el escritor catalán lanzó en 1999, yo respondería que es esto, que la literatura es este pedazo de texto escrito en un Word y publicado en un Medium, en un blog, en un fanzine, en una historia del Instagram. La literatura en el 2021 son estas letras dispersas que a veces ya no necesitan una gran editorial para encontrar a su autor. Los autores también se han fragmentado. El internet es nuestro nuevo París

y no se acaba nunca.

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