23/52 escribir y olvidarlo

Idalia Sautto
2 min readJun 16, 2020

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Ayer mientras dormía una siesta escribía una serie de cosas que no debía olvidar, pero que sabía, dentro del sueño, que irremediablemente olvidaría, no importaba cuántas veces lo escribiera. ¿Qué cosas eran las que olvidaba? No sé, lo he olvidado también. Pero sí sé el disparador de este sueño. La semana pasada olvidé conectarme a una reunión por zoom donde yo era la anfitriona. Al día siguiente preparando esa clase que tendría lugar el jueves, encontré unas notas en un documento de word en donde colocaba las fechas y los horarios de las clases. Ahí decía: jueves 8 pm.

Ale, ¿qué estaba haciendo el jueves a las 8 pm?

Me parece que fue el día que tuve entregas y cuando llegué tomabas una cerveza en la cama y leías un libro.

Es verdad. Me obsesioné con el libro Arte duty free de Hito Steyerl. Y no podía dejar de leerlo, estaba tan contenta leyéndolo que destapé una cerveza y puse una mesita de cama sobre mis piernas. Ese día de hecho recuerdo decirme a mí misma, qué bueno que compré este libro y qué bien que haya una cerveza fría en el refri.

¿Por qué se olvidan las citas precisas con links y contraseñas en la era del zoom?

No sé. Supongo que por no colocar alarmas, en este caso era una reposición de clase y fue complicado ponernos de acuerdo, entre todos. Los alumnos también la olvidaron. La recordaron el sábado que se los mencioné. La sala permaneció vacía, pero las salas en zoom nunca viven el vacío, existen o no. Simplemente no tuvo lugar.

Se olvidan porque aún queremos tiempo para nosotros mismos. Incluidos los alumnos. Queremos tener un momento para no ver nuestros dispositivos y olvidar que tenemos que atender, que aprender es escuchar, que seguir adelante es tener un proyecto que se convierta en tesis.

Mi clase es justo sobre metodología y escritura de proyectos. Mis alumnos son muy brillantes, y no lo digo solo al aire, cada uno tiene su propio acercamiento personal a los temas que les importan. Y en eso radica el curso, en encontrar un centro y comenzar a tejerlo desde ese nudo primigenio, como sucede en los tejidos, lo más difícil es comenzar, al principio hay que hacer un pequeñísimo nudo, después cada puntada deviene más o menos sola y sin esfuerzo.

No olvidar: clases sábados y jueves. Pero también lunes. Entonces: lunes, jueves y sábado. Quizá lo olvidé todo porque no estoy arrancando la semana en lunes. La verdad no quisiera justificar mi falta. Lo olvidé porque no lo anoté en el lugar correcto, porque creí que mi memoria retendría el compromiso. Mi memoria tenía reservado otro plan para ese momento.

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