27/52 viernes 13

Idalia Sautto
2 min readOct 12, 2019

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Nota:

Durante todo el mes de septiembre escribí distintos trayectos.

13 de septiembre de 2019.

Leí en instagram que en Moscú, la nueva cafetería de Poni, tendrían un especial de películas de miedo porque #Viernes13. Si no tuviera taller sin duda iría. Pero el café cierra a las 7pm. Siento que nunca podré ir a cenar ahí. Todas mis actividades recreativas son más bien hacia la noche. Bajé a la fonda. Odio que sintonicen Foro TV. Solo hablan de asaltos y muertos. Pero hoy solo se dedican a tomar escenas apocalípticas del Circuito Interior cerrado por manifestantes. Muchos viajeros perderán el vuelo. La escena es horrible. Nada romántico como el video de Everybody Hurts, en donde miles de carros se quedan estacionados en medio del tráfico. “Nunca tendré los ojos azules” decía un subtítulo en el video.

Hoy tenemos pozole o chile en nogada. Chile en nogada, sin aroz. Agua de horchata y viajeros perdiendo el vuelo. Subí a lavarme los dientes. Aún me punzaban los ojos del estrés que sentí cuando Jorge me pidió el guion y yo le dije que ya no había hecho guion, solo pasé las correcciones a Karina por el chat, ordené la edición del video a punta de pantallazos y decisiones bien arbitrarias. Intenté alejar ese pensamiento de mi mente. Sí. Cuando fallo en el trabajo intento bloquearlo de mi mente. Abrí el chat y escribí: Jorge, perdón, tienes razón debí enviarte el guion. “Voy a comer”, “come rico”, respondió, “no hay problema”. Puse una carita feliz. Apagué la computadora y guardé mis cosas. Desde el estudio vi una nube negra. Tomé el paraguás y salí. La lluvia se quito al instante. Crucé Reforma y me acerqué al puesto de flores. Quizá compre unas astromedias. Vi las flores desmayadas por el sol. Seguí de largo. Saqué mi celular y le marqué a Isolda.

Hablé con mi hermana mientras cruzaba por la Alameda. Las fuentes estaban apagadas así que no había niños jugando dentro. Llegué al office depot y no había fila. Hurra. Imprimí un domi, frente y vuelta. Llego al estudio, y sí, me duele el cuello y los ojos. Debo alivianarme: ser menos aprensiva. Abril está en su escritorio y dice: justo acabo de terminar. Siento que he vivido esto.

“¿Vamos por un helado?”

“Sí, vamos”.

Llegamos a la Roxy y pido helado de coco y kahlúa. Nos sentamos y comenzamos a platicar. Un carro trueba en la calle de junto.

“Parece una escena de película” dice Abril. “El carro está parado justo enfrente de nosotros. Las puertas de la Roxi lo enmarcan y del cofre sale humo blanco”.

Es un mal día para varias personas. Pero no para nosotras.

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