[3] 2/52 #10yearschallenge

Idalia Sautto
4 min readJan 3, 2020

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Hace diez años con exactitud escribí:

La cocina, sin duda, es lo mejor que pudo pasarle a mi vida. De hecho tengo como propósito de año nuevo meterme a clases de cocina.

Mi mamá siempre delegó la cocina a una experta en el tema, la señora Ana. Ana iba a nuestra casa todos los jueves y cocinaba guisos para toda la semana. Ana era cocinera de tiempo completo y tenía 5 hogares diferentes a los que iba los 5 días de la semana. Vivía en Tlahuac y cuando cumplió 10 años su hijo mayor nos invitó a la fiesta. Ahí pude acompañarle a ver el cochino que matarían para hacer la comida. Y vi cómo sacaba un cuchillo para matarlo. No pude quedarme al espectáculo, algo de mí me movilizó a correr con mi mamá y contárselo. Comimos puerco en todas sus modalidades ese día.

En ese entonces no me preocupaba tanto la cocina. Me preocupó cuando me encontré a solas en una cocina, cuando tuve mi propia casa y mi propia estufa, cuando tuve que inaugurar una vida lejos de mi mamá y de Ana.

La cocina era pequeña y daba a la calle directo. Había una persiana que nunca se abría pero muchas veces personas de la calle se recargaban en la ventana y platicaban. Sus voces se escuchaban como si estuvieran dentro de la cocina. A veces se detenían novios y se besaban ahí mismo, los susurros por bajos que fueran lograban filtrarse a la cocina. A veces no lo toleraba y prefería dejar de hacer lo que estuviera haciendo y salirme.

Este es mi reto de 10 años. Recordar esa primera cocina en la colonia del Carmen, las dos repisas de madera ahora descansan en mi sala y ya no son parte de esa cocina.

2010. Colonia del Carmen.

Observo la imagen y puedo reconocer el imán de Cortázar pegado en el servibar negro. Ese imán ahora está en el refrigerador de Panamá. El bote de azúcar aún está conmigo. Aún lado del bote casi imperceptible está el reloj en un avión de Air Corea, un regalo de mi abuela Lupe, junto con la manzana roja que ella misma pintó también la conservo. El especiero de mi mamá Yuyes comprado en Valle también sigue en mi cocina. La cafetera que está en primer plano se rompió y fue imposible repararla. Y en una franja muy delgada se asoma la persiana blanca cerrada. El horno de microondas tiene pegada una sticker de robots don’t sleep. Ese horno se lo quedó Susana y nos regaló uno más grande, una vecina con la que intercambiamos hornos de microondas por una cuestión de espacio en su propia cocina.

2020. Colonia Tabacalera.

Este es el presente: una cocina tan grande que no sé ni cómo llenarla. En este espacio viven dos bicicletas. Una de Alex y otra mía. El refri pertenecía al depa de la Juárez y el horno rojo me lo regaló mi mamá, sólo para hacer palomitas, sigue teniendo esa función. En un banco a media distancia entre la alacena y el refri, está el purificador de agua. No se alcanza a ver el especiero que está a un costado de la estufa y aún estoy decidiendo si sería conveniente poner una barra, un cuadro enorme o un mueble más para guardar la despensa, o todo a la vez (?). Una mesa rectangular a un costado para picar y cocinar, quizá sea la mejor opción. Cambiar las sillas porque esas están improvisadas. La banca que tenía esa mesa está en mi balcón con plantas y la otra se la regalé a Isolda cuando se fue a vivir a Cuernavaca. Entonces hay unas sillas que no terminan de embonar en la mesa. Viendo la foto la encuentro más real que cuando la habito. Me dan ganas de modificar el piso, cambiar ese horrible linóleo que tiene… La cocina es el espacio menos iluminado del departamento y tiene dos focos en el techo y nunca se escuchan ruidos ahí.

#10yearschallenge

La cocina sigue siendo mi lugar favorito. Y ya no necesito clases de cocina. Aprendí que la mejor cocina viene de la improvisación y la creatividad.

Inventar platillos me hace ilusión. Hacer comida es un poco parecido a escribir. Si uno se excede de adjetivos el sabor de la sal no lo quita nada. Menos adjetivos más vida por delante.

En la carretera de Querétaro a México quedó pactado entre Toño y Tona que después de la feria de libro de arte, index, haremos un concurso de salsas. Mi cocina será el salsodromo. No es una casualidad que mi propio gremio tenga tanta necesidad de crear y escribir recetas y poder compartirlas.

La cocina es el escenario perfecto para comenzar el año.

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