30/52 Excursión oaxacaqueña
Su nombre es Berenice. La riso más consentida por mis amigos y familiares. Antes de ir a una feria siempre hay que hacer algún tipo de publicación, es la ley. Siento que ir a una feria con las mismas cosas de siempre me sumarían automáticamente en la categoría del “vestido de March” en los premios conclave que se hacen al finalizar el trip. La semana pasada imprimimos una serie de dibujos que hizo Alex que se llaman en conjunto Sangre en la banqueta. También un print de gatitos que hizo Manuel, el padrino de Bere. Y un fanzine de Orson Welles que diseñó e ideó Mariano: Talking shit.
Salimos a las 6 am para poder llegar a Oaxaca ciudad a comer, frenamos a desayunar en el GoMart epíco de la carretera, contaba con una Europea Express y un McDonalds, había descuento en los baños y pensamos que en otro viaje quizá solo hubiéramos desplegado ahí los libros de la pitzi y jamás hubiéramos llegado a Oaxaca. Seguimos nuestro camino retomando playlists viejitas y hablando del chavo del ocho y de un cineasta argentino que siempre sale tomando mate en las pelis.
Cuando hago este tipo de expediciones siempre existe el temor de que las cosas no salgan como una piensa. Que alguien se enfermé o se sienta incómodo. Este viaje comenzó un mes antes cuando lo puse sobre la mesa y se comenzaron a pensar en las variables de todo lo que podía pasar, todos juntos o todos separados, sí pero en qué carro, en Arenita o en la camioneta, cuántas noches, en qué zona es la feria, cómo sería la dinámica, cuánto costaría. En realidad sí hubo un factor que yo no calculé, pensé que la feria era en donde está la librería El Anhelo y en realidad está del otro lado, en el taller de Rabia.
Como en El ensayo de Nathan Fielder pensaba en las simulaciones del algoritmo, cuáles eran los mejores escenarios para que las cinco personas involucradas pudiéramos estar contentos. Recuerdo que una vez que hice un viaje de esta naturaleza con mi familia hubo grandes peleas por quién se quedaba en el asiento sandwich de la parte trasera del auto. Mi mamá terminó estando ahí porque mi abuela y mi hermana no quisieron. De entrada pensé que de estar en la parte trasera del auto yo estaría en el lugar de enmedio, solo para que ese conflicto no pudiera existir. Decidimos que lo mejor era estar en hospedajes diferentes, de esta manera cada quien cargaría con la cruz de su elección. Nuestro airbnb fue de los peores en la historia de mi trayectoria usando esta aplicación. Pero el viaje fue tan divertido que ni siquiera eso agüitó mi humor y ganas de pasarla bien con mis amigos.
En la feria de Jardín conocimos nuevos proyectos que me emocionaron mucho como Coníferas Tropicales y Rayones malignos. Me emocioné al borde de las lágrimas después de leer La razón de (Coníferas Tropicales, 2022). Alex debutó como Dj y presentó el proyecto de cumbia con el nombre de la riso: Sonido Berenice. Bailamos y tiré mi chela al piso sin querer. La sorpresa fue que cayó parada. El milagro, ¡esto es un milagro! gritó Goyo. Nadie quiere ver las señales al principio, me dijo Mariano. Alex comenzó a tomar fotos a aquellos íconos que formarían el milagro: la lata de la Carta Blanca, la coleta de la justicia, los zapatos de la vengaza. Me proclamaron Patrona de los borrachos, virgen de la Carta Blanca y se comenzó rápido la propagación del milagro sucedido en la fiesta de la feria.
El otro día en Cedro especulábamos en dónde comienza esta historia. Mariano dice que desde que empecé a tomar mezcal a las 12 del día. Yo creo que fue antes, cuando Tona nos visitó en el estudio y me preguntó por qué no íbamos a la feria que organizarían de editores a finales de julio. Era todavía early mayo y me pareció muy plausible.
La noche no quedó ahí. Tuve una desertora como sucede en estas historias mesiánicas. O más bien una enemiga declarada. Una chica que se molestó cuando dije que ya no quería escuchar más sus poemas. Porque justo después de ella comenzaría el set de Alex como DJ Sonido Berenice, y su debut como DJ era algo que no podía seguir esperando. La poeta se ardió cuando escuchó decir que ya no quería seguir escuchando sus poemas. Siento que de todos los géneros los escritores de poesía son muy needys, no existe un poeta que no requiera atención y pida con urgencia ser escuchado, ellos inventaron el mircófono abierto, y por tantos artificios y ser tan pesados los expulsó Platón de la República.
La poeta interrumpió el momento cúspide de la fiesta cuando yo me encontraba bautizando con Carta Blanca a mis nuevos acólitos y con retórica de intimidación soltó un: ¿Quién eres tú? Yo respondí de inmediato: soy la virgen de la Carta Blanca. Me miraba directo a los ojos, muy retadora, tipo veme a los ojos bitch. Repitió la pregunta de otra manera: ¿Cómo se llama la editorial con la que vienes? Así que Goyo, primer apostol, respondió: a Jesús no se le pregunta por el nombre de La Carpintería. Hubo muchas risas. Pero ella no estaba en el mood. Me soprende que todo esto es porque no quería esucharla después de que había estado en el micrófono durante una hora. ¿No saben estas personas que por escuchar hay gente que cobra? O no saben que por eso mismo existen moderadores en coloquios y pláticas… porque siempre existe el abusadito que quiere hablar más de la cuenta. Entonces decidí darle mi nombre: me llamo Idalia. ¿Idalia qué? Idalia Sautto. Y entonces dijo: Idalia Sautto, ¿siempre eres así de hostil? Entonces me carcajeé. Pensé que de verdad me estaba cantando un tiro esta chica. Creo que en este momento ya todos los presentes sabíamos que ella no estaba para nada cotorreando y que realmente estaba muy enojada. Alex se interpuso entre nosotras y las amigas de la poeta la escoltaban detrás. Yo quería seguir en la riña, quizá porque estaba empoderada siendo la virgen o quizá porque comencé a tomar mezcal desde las 12 del día.
No hubo tal pelea. Se disolvió como sucede a la salida de una secundaria cuando llegan los prefectos y se atraviesa una combi atropellando la pata del mameitor. De cualquier manera, espero algún día encontrarme con mi enemiga pública y proponerle un duelo de karaoke.
Salimos de la feria para unirnos a una fiesta que sucedía en la calle. Entre trompetas y cuetes nos encontramos con Manuel y Lala. Sentí que era como el final de temporada que se había anunciado antes de llegar. Estábamos ahí Alex, Mariano, Manuel, Lala, caminando detrás de una turba de Guelaguetzeros, compartiendo con las ocho regiones de Oaxaca, combinándonos con otros turistas. Yo le platicaba casi a gritos lo que había sucedido a Manuel. Y en ese momento ya todo esto parecía un sueño. Pensé que de terminar un episodio de mi vida este sería el mejor. En donde todos vamos detrás de una fiesta a la que no fuimos invitados pero que igual estamos disfrutándola no importe cuál sea el final del camino.
Terminamos cenando en La otra popular y yo estaba completamente fundida. Todavía faltaba un día más de feria.
Ese mismo día pasó algo insólito en la historia de nuestra cuenta de Twitter. Nos hicimos famosos con el anuncio de que ya estábamos ahí, listos para vender libros. Así que mientras transcurría el día no podíamos dar crédito que nuestra foto tuviera tantos likes y rt. Quizá era la señal de que todo saldría bien en adelante, y así fue.