30/52 Lupe

Idalia Sautto
2 min readSep 3, 2021

--

Mi abuela cumplió 83 años. Hace tres años estuve viviendo en su casa durante dos meses. Tenemos un sin fin de anécdotas de aquel tiempo. Y en realidad fue una estancia corta. Panthro y Kiki estuvieron también en ese viaje. Fermín aún no llegaba a este mundo.

Mi abuela dice últimamente que la vida en el encierro no es vida. También dice «qué bueno que ya me voy a morir porque esto del covid va para largo».

Pienso en que si me hubiera tocado esta época en la primaria o en la secundaria hubiera sido enloquecedor. Salir era el único respiro. Recordé cuando Isolda a los 7 años se quedó sin aire una noche. No podía respirar y tuvimos que llevarla al hospital. El síntoma era un reflejo psicológico. Estaba bien de salud. La angustia no la dejaba respirar.

Estando en la acuática me enseñaron a respirar. Nadar es saber respirar, los movimientos del cuerpo se acompañan con las respiraciones. El aire que se exhala dentro del agua y el aire que vuelve a entrar al cuerpo. Quizá yo también me hubiera quedado sin aire si no hubiera tenido esa técnica.

Mi abuela se coloca su aparato para escuchar, sus lentes y su cubreboca lo sostiene con pasadores. Sale de su casa y va al mercado. No le importa ya el covid, quiere vivir su vida como sea que se deba vivir. Festejó su cumpleaños comiendo chile en nogada en el Cardenal, a su propio juicio, ya no son como los de antes.

¿Te acuerdas de cuando Panthro quería salir al jardín y le dijimos que ya no, que ya era tarde? Me pregunta mi abuela.

Sí, me acuerdo.

Entonces vuelve a contar la anécdota, aunque es la décima vez que lo hace en la tarde.

83 años y una cirugía del cerebro en puerta. Cada que me encuentro con mi abuela siento que algo de ella se me escapa. Su signo chino es el del tigre. Cuando leí en voz alta lo que le recomendaba el año del buey, decía, “no se desesperen esos felinos mayores, han luchado con peores cosas en el pasado y siguen vivos”.

Otro medium sobre mi abuela.

--

--

No responses yet