31/52 Iliada

Idalia Sautto
5 min readAug 8, 2022

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La semana pasada fue rara porque todos los días me sentí bien. Cuando regresé de Oaxaca sentía mucho bienestar, como estar muy tranquila y contenta. Mi análisis cambió de día de martes a viernes. Lunes y martes estuve en el estudio avanzando con pendientes. Estrené mi libreta de listas y le di paloma al 80% de mis tareas antes de llegar al jueves. El viernes hice 45 minutos de mi casa al consultorio porque no había ninguna ecobici disponible, terminé subiéndome al metrobus. En mi trayecto escuché una anécdota de Abril que me hizo reír mucho sobre cómo su abuelo casi la mata llevando el carro hacia un barranco. A pesar de que no encontré la bici y tuve que cambiar mi ruta llegué solo 5 minutos tarde. Alex mandó arreglar la correa de un reloj de Mickey Mouse que mi abuelo Checo me regaló cuando tenía 12 años. Lo estoy usando como si se tratara de un amuleto de la suerte. Traer el reloj me hace ver menos mi celular. Mi tiempo en pantalla bajó un 23% respecto a la semana anterior. Acostada en el divan, observando una palmera que aún no se marchita, me quedé varios minutos sin palabras, ¿y podrías decir qué significa estar bien? preguntó S.

Supongo que significa no estar enojada. No estoy molesta con mi hermana, ni con mi mamá, ni con mi abuela, ni con Alex, ni con nadie que me rodea. Solo estoy bien con todxs. Esta semana no tengo nada que reclamarles y me siento muy bien con eso. Todos los días dormí de corrido, no desperté ni un solo momento por la noche. Siento que por fin regresé de unas largas vacaciones: descansada y bien, tan bien que es incluso extraño. Dicen que las personas se alivian para después morir. En periodos muy largos de agonía muchos pacientes con cáncer terminal, viven dos días muy bien, se recuperan y luego mueren. ¿Estará cerca el fin de mi análisis? Al salir vi a la señora que también veo los martes, al parecer a las dos nos cambió la cita del martes al viernes.

En una fantasía recurrente sueño que en realidad esa señora mayor soy yo misma en treinta años, como soy yo me deseo un buen día desde ese futuro y desde ese pasado.

Lars Eidinger

En Irma Vep el director de la serie tiene varios episodios con su analista. En uno de ellos le dice que se despierta muy angustiado e inquieto y no entiende por qué. La analista lo atrapa cuando le dice que está volviendo a filmar una serie que él mismo filmó en los noventas, como si algo de la primera película no se hubiera resuelto y necesitara repetir todo para sanar. Quizá tiene que ver con su relación con la actriz de esa película.

Irma Vep ❤

La serie es una caja de metaficciones. La más profunda es la película muda Los vampiros de Louis Feuillade (1915), le sigue la de los noventas Irma Vep de Olivier Assayas (1996) y luego la miniserie de 8 capítulos 2022 en donde el mismo Olivier Assayas hace un remake de las dos predecesoras. El director tiene un problema psiquiátrico, desde el primer capítulo tienen una larga discusión con el seguro médico porque no quieren asegurarlo, argumentan que en la última película intentó atropellar a un actor. Su temperamento es una ruleta rusa, pasa de estar tranquilo a explotar y tiene brotes de psicosis o de inseguridad o de egocentrismo. El director es un hijo de puta, maltrata a los actores, los hace sufrir, y en palabras de su analista es como si usara el cine para poder cumplir sus fantasías y perversiones, él dice que claro que sí, que si no fuera de esa manera ¿cómo podría entonces conmover al público?

Mientras tanto Mira, quien encarna a Irma Vep, durante su estancia en París, se da cuenta que quiere dejar de hacer películas Hollywoodenses y tomar papeles más profundos como el de Irma Vep, un poco persuadida por su asistente que es egresada de la escuela de cine y futura promesa como directora. El personaje de Irma Vep como el de la película noventera comienza a perder la frontera de hasta dónde Mira es ella misma y hasta donde es ese personaje de ficción.

La pregunta más importante la hace el actor alemán Gottfried, Lars Eidinger, extraordinario personaje que en su fiesta de despedida se avienta un monólogo mientras destruye las cosas que se encuentra a su paso:

What brought me to cinema was a sense of freedom. Cinema was the wild west, you know? You may forget it at times. Why are we making movies now? Who’s willing to put their lives on the line for movies? We live in boring, dark, dull times. Where is the sense of adventure? Where’s the mayhem? Where’s the chaos? The industry has taken over cinema. Lawyers, big-dollar franchises, platforms, you name it. But indie films, they are no better. They preach until you are sick of them. Cinema was for bad guys and bad girls. Like Musidora. Like rock and roll.

Durante este mismo episodio el director se cuestiona durante su análisis: ¿para qué hacer esta serie? Es una tontería hacerla, concluye y como un hombre que no sabe romper con su amante decide abandonar la serie apagando su celular, desapareciendo. Pareciera que la única que tiene un pacto establecido con la ficción es Mira: “hacemos arte para rechazar la realidad o quizá para poder vivir con ella”. ¿Cómo nos relacionamos con el arte y para qué? Es la pregunta que está rondando a todos los personajes. La serie muestra las costuras del proceso fílmico de la serie misma, sus referencias visuales y literarias, los problemas que cada uno tiene con las personas que interactúa, un proceso que es doloroso, contradictorio y placentero… pero al mismo tiempo insoportable para los que la realizan en tanto que está cuestionando la vida y el mundo de los que hacen posible esa película. Al final de cuentas todo para qué.

En esta semana de bienestar me di cuenta que no tenía nada qué escribir en mi medium. ¿Para qué escribir?

Irma Vep es un anagrama de vampire, mi nombre es un anagrama de Iliada. Cuando lo descubrí fue similar a la escena en la que las letras de Irma Vep vuelan sobre sí mismas y forman vampire. Idalia o Iliada es también un viaje a través de la cólera de Aquiles o de mi propia forma tan peculiar de enojarme con el mundo y luego encontentarme aunque eso me tome meses o años. Me gustan mucho las metaficciones, de pronto me darían ganas de hacer un remake del libro vacío solo de todas las cosas que pasan antes de poder escribir una ficción. Escribo más o menos por esas mismas razones para encontrarle sentido como Gottfried, como el rock, pienso que no se trata solo de este momento, el 2022, todas las épocas son oscuras y aburridas. Las manecillas de mi reloj están anunciando nuevamente la hora, como cuando tenía 12 años, solo que ahora tengo 38. Estoy contenta… y eso significa no tener miedo ni angustia.

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