32/52 El anuncio de lo bueno

Idalia Sautto
3 min readAug 14, 2022

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Hace dos años Abril me regaló un oráculo de colores que tiene una lectura muy peculiar. Las cartas pueden ser leídas por color pero también por lo que pronostican. Trae un instructivo para poder tirar preguntas abiertas y de opciones. A veces cuando siento que algo no me tiene convencida echo cuatro cartas. La mayoría de las veces el resultado es cercano a mi intuición, “sí, es algo que ya sabía y que me negaba a enfrentar”.

Las últimas semanas he recibido buenas noticias. La primera es ser seleccionada en la Art Book Fair de Valencia, Recreo. Este año es presencial. Estuve pensando en fanzines nuevos y sobre todo en las posibilidades tan rápidas que puede dar Berenice. Desde que lo formulé como opción en mi mente, fue un sí, sí quiero ir. Quiero ver a Georgina, quiero presentar el proyecto en general. Esta vez sí tengo que ir. Tiré las cartas de colores que me ayudan cuando siento miedo o estoy insegura y me salieron todas las cartas verdes: go. Una de estas cartas es la abundancia, que aunque está simbolizada por monedas no necesariamente apunta a lo económico, la abundancia puede ser estar rodeada de buenos amigos, de familia y amor. Pitzilein está rodeada de todo eso, es una editorial que crece gracias a mis amigos y a mi familia.

Ayer después de casi dos semanas de poder dormir de corrido, desperté varias veces en la noche muy inquieta. En uno de esos sueños me encontraba perdida en la ciudad de México, en una colonia que no conocía y que tenía avenidas de doble sentido en donde era difícil adivinar qué carril era de qué sentido. Venía manejando y en algún punto me detenía a leer una guía roji. Lo cual es extraño porque yo nunca tuve que aprender a leer la guía roji, en el presente es difícil perderme porque tengo un navegador. Pero en esta mezcla de tiempos, y como era un sueño y aunque tenía un celular en la mano, no podía encontrar el camino. Le marcaba a Alex, le decía que estaba perdida y que le pasaría mi ubicación para que me pudiera enviar coordenadas. No entendía nada, su voz se escuchaba cortada, entonces, estacionaba el carro y salía, había una cerrada con casas y un camellón. Me quedaba ahí un rato intentando reconocer el camino o retomar la señal. Colgaba y mi celular había salido de la carcasa, su pila estaba hinchada. Qué raro, por qué le pasaría algo así si está nuevo. Alex, que en ese momento ya estaba adentro del carro, me decía que ya sabía cómo llegar, que subiera. Subía al carro y le decía “antes de ir, necesito que pasemos por mis zapatillas de cristal”. Despertaba.

El oráculo me dijo lo siguiente: sin miedo a prender la luz en un cuarto oscuro. En general me cuesta ser optimista conmigo misma… darme más crédito. Darme crédito fue también lo que me hizo decir que sí. Me lo puedo dar a mí misma, Costar me dijo: susurra y embellece la vida.

Desperté y esbocé rápidamente mi sueño. Ahora, ya despierta y pensando en ese sueño, en el oráculo, en mi necesidad de llegar a un destino, ir al otro lado, tener la dirección escrita en una guía roji, ponerme las zapatillas de cristal, está claro cómo prender la luz. No entiendo todavía por qué muy en el fondo de mí me resisto y tengo temor como si no supiera cómo llegar, aunque sí sé. Estoy decidiendo volver a Madrid. Antes no había un motivo claro para ir, tampoco tenía dinero para hacer un viaje largo. Pero el día de hoy parece que se reúne todo. Es domingo. Los tips para comprar un vuelo dicen que espere al martes, a las 3 de la tarde, que borre las cookies del navegador. Todos esos rituales para engañar el algoritmo y ahorrar dinero. Eso haré, en octubre iré al Recreo.

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