32/52 ghost
El prism oracle me ha regalado dos veces seguida la misma carta: ghost. Una suerte de tarot y alquimia de emociones relacionadas con teoría del color. 45 cartas y una guía para trazar diferentes tiradas.
Una carta con un fantasmita que me recuerda a los fantasmas de Mario Bross. El color es gris claro. Pertenece a la gama de los blancos. Y antes de leer su significado intrínseco leo el blanco. La ausencia de color es más bien los colores completos, la luz con la que podemos ver más allá.
¿Qué puedes aprender de los fantasmas del pasado? me pregunta S.
Me han visitado para hacer un contraste. El corte de caja de un ciclo. El fantasma del pasado aparece solo como aquello que ya no encaja, que ha dejado de ser. Como medición y comparación. Recuerdo que en la secundaria mi mejor amiga me repetía constantemente “no compares a la gente”. Yo siempre he comparado todo lo que tengo, aunque sea injusto, no puedo evitarlo. Siento que últimamente me la paso comparando los fantasmas del pasado con mi propia realidad. Y lo que debo hacer es solo girarlos, aprender lo que hay debajo de ellos, no lo que he considerado que son.
El fantasma de mi ex me siguió hasta una terracita de mezcales de la San Rafael. Apareció a través de un medium, como lo hacen los fantasmas. Una doctora en filosofía que conoce mi roomate de estudio, Mariano, se acercó a saludarnos… hola, qué tal.. bla bli, resulta que vive en la Santa María. Luego vio mi rostro y me dijo “te conozco de algún lado. Pero supongo que de la facultad. Sí, quizá sí… de la facultad”. Después de un rato se acerca a decirme, “ya sé quién eres, tú andabas con alguien”. Me dio risa que una persona que no conozco se pudiera referir a mí como “quién sabe quién eres pero andabas con alguien de la facultad”… Entonces pronuncié el nombre del fantasma y se hizo real: es cierto, eres tú.
Al día siguiente le pregunté a mi ex por whats si conocía a esa persona. Después de dos semanas me respondió el mensaje. Supongo que yo también soy un fantasma en su vida que tarda mucho tiempo en materializarse como mensaje de texto. Al final solo respondió: “No, ni idea de quién sea”.
Recuerdo salir de esa relación como se puede salir de las vacaciones, alejándome de la diversión y entrando a otra realidad mientras se abre el camino. A veces escribiendo restos de esos momentos. Sintiendo el tiempo de otra manera, asumiendo que la facultad no sería más mi hogar, ni el sur, ni el citymarket, ni el vino del fin del mundo, ni los rostros que me recuerdan solo por ser el más uno de alguien. Y cuando me concentro en ese fantasma y en cómo me moví de lugar la primera vez, llego a la ventana del centro, en donde encontré quién era y hacia dónde me movía. En las nubes y la torre, en el ruido de fondo, en el piso de terrazo, en lo caliente que era estar escribiendo al medio día en mi estudio, en ese sol que a veces me cegaba. Y ahora, desde otro lado, también siento y pienso que ese fantasma se quedó ahí, en esa ventana, solo como un reflejo y no como presencia. Lo único que me enseña es que no hay vuelta atrás y que fue una buena decisión seguir con mi vida. Nombrar los fantasmas hacen que sean parte de la vida sin que continúen ahí.
Nombrarlos y desnudarlos, para encontrar que también estaba mi rostro en ese perfil que ya no más.
Ayer después de cerrar la cortina, Mariano me ayudó a mover mi escritorio. Movimos dos mesas y aunque parece poco, sentí que se movió esa energía. Me quedé en la puerta viendo las plantas y la mesa en el centro. Sentí que se abría otro momento del estudio. Mariano dijo, ya podremos comer ahí cuando pidamos a domicilio. Ya podremos dibujar también, le respondí.
A veces los años comienzan en septiembre y no en enero, como cuando era niña y el año escolar iniciaba por estas fechas. Me regresé caminando a mi casa, siendo las siete y media, aún con luz y sintiéndome muy feliz, pensando que la Santa María me recuerda también mucho la vida de Portales.