33/52 -reacomodar
4 octubre 2019
Decidí tomar la ecobici para no cargar con la propia. Más por flojera que por comodidad. Me quedo pensando en todo lo que ha ocurrido en estos últimos cinco meses. Prácticamente he sentido cada día desde ángulos diferentes. A veces en mi casa, en mi estudio, en la escuela, en Tlatelolco, pero sobre todo en el acomodo de mis ideas. Y hoy mientras cruzaba Reforma en el paso de cebra tuve claridad. Lo escribiría en mayúsculas, pero es más simple, claridad, la sal con la sal, la pimienta con la pimienta.
¿Qué quiero? Esto que tengo.
¿A dónde voy? A donde me gusta ir.
¿Qué dicen mis chats? El orden de los memes y las risas.
¿Qué me digo yo? Me gusta este presente. Estoy en el lugar correcto con las personas correctas. El rompecabezas armado, sin necesidad de obligar a las piezas a entrar.
Ayer reacomodé mi escritorio y eso también dio sentido a los objetos. Venir al estudio casi todos los días también es parte de ese acomodo, de tener paz mental. En la esquina me encontré con C. Yo en la bici y él rockstareando. Lo saludé con la mano, él venía sonriendo y hablando por teléfono.
Dejé la ecobici y el señor de la cerrajería me saludó al pasar.
Siempre, desde que llegué a Allende, me he sentido acogida por el barrio. En ese orden: cerrajero, chicos de la tiendita, señores de las cajas fuertes, nadie es indiferente al paso del tiempo, todos saludan con la misma fuerza cotidiana que ayer o la semana pasada, o hace cinco años cuando empecé a cruzar todos los días frente a sus negocios. Con la mano o con la mirada, siempre siempre saludan. Eso me hace sentir que he llegado a casa. Y sí, una y otra vez, en otro orden, con otros objetivos, pero es una zona de seguridad.