35/52 octubre
- La primera semana de octubre recibí De la experiencia del pensar de Heidegger, traducción y prólogo de Alberto y Ricardo Horneffer. Una edición que hicimos en tres meses, con una agilidad impresionante por ambos traductores para realizar cambios y correcciones. La traducción la revisaron durante 10 años, antes de encontrarle un camino para por fin publicarla. Cuando leí la traducción desde mi celular y comencé a leer en voz alta partes, Abril estaba enfrente de mí. Y platicamos de ese libro, de cómo la sensibilidad del discurso filosófico a veces puede sonar cursi. Después, cuando se aprobó el presupuesto para su producción, pensé en uno de mis formatos favoritos de libro, que utilizaba la nave de los locos. Menos de media carta, alargados. Y nunca supe cómo podría editar un libro así. Cuando leí el texto de Aus Der Erfahrung Des Denkens, pensé de inmediato en ese formato. Gracias a la confianza de los traductores pude jugar también con los espacios entre cada párrafo, darle silencios, y dividir el texto en la estructura original de la primera edición en alemán. Fue un proceso que disfruté mucho. Este librito tiene en portada una viñeta que hizo Abril, un laberinto y una estrella, en español el laberinto es más fácil de recorrer, en alemán se vuelve complejo, con callejones y con lugares que no llevan a ningún lado. Alemán y español, así está acomodado el texto, su contraportada es el español, la espalda custodiada por nuestro idioma; en portada está el título original, el señor que puso sobre la mesa nuevamente la pregunta que interroga por el ser.
- El martes pasado Abril Castillo me regaló mi ejemplar de Tarantela. Hizo una telaraña gigante en las primeras páginas y me anotó que leyera lo que dice la página 192. Al día siguiente comencé a leer Tarantela, sin ninguna prisa, encontrar los hilos de una historia que me ha contado, que he vivido como acompañante y de pronto verla devenir literatura. Me encontré encarnando el cuerpo de Adriana en uno de sus cinco rostros, siendo una y las demás, siendo la amistad que te dice “no lo haga compa”. Tarantela es el pasado ordenado y reinterpretado para que no duela más, es la historia que acomoda las maldiciones y los venenos sacudidos en una melodía nocturna, es también la angustia por fin capitalizada en palabras que terminan por matarla, para solo quedarnos bailando sobre un fondo blanco. Al final, el lector funciona como antídoto. Y eso es quizá el verdadero epílogo de esta novela. Una vez Abril me preguntó cómo leo, si sentada en un sillón o acostada. Los libros que más disfruto generalmente los leo en mi cama, recostada entre almohadas. Pero también leo en mi escritorio, sentada frente a la computadora. Tarantela lo leí acostada en mi cama.
- El viernes recibí Enciclopedia de las cosas vivas y muertas: el lago de Texcoco. Un libro que edité este año gracias a la beca de patrocinio Fundación Arte Contemporáneo Jumex y al Ministerio de Cultura de Colombia. La Enciclopedia es un giro de la historia que ha vivido la ciudad de México, y es por ello que me enamoré de cada una de sus entradas. Editar una historia, otra historia, sobre la ciudad y el fantasma del lago, ha sido un motor del 2019, editar y leer historias que me apasionan dota de sentido la vida cotidiana, la que siempre estoy cuestionando de alguna manera. Tener el libro a mi lado es parte de mi felicidad.
Al oriente de Ciudad de México hay un lago que perdió su agua hace más de 40 años y aún sigue siendo llamado lago. Su nombre se enuncia equivocadamente cada vez que aparece en los diarios nacionales, o cuando se escribe en las señales de tránsito a la orilla de la carretera que hoy lo atraviesa. No se le llama “territorio”: se le llama siempre “lago” a pesar de estar seco y poblado de una materialidad distinta.
4. Ver a mi gatita Kiki convivir más. Sin ser tocada pero habitante del panorama de la vida cotidiana. Hoy le hice un retrato al natural, a 15 centímetros de distancia. Me observaba, por fin en paz, sabemos de este pacto silencioso, “tú no me tocas, yo te dejo acercarte”.