36/52 bitácora
Observo el cronómetro de mi celular contabilizar cada segundo de mi tiempo. Pienso si la velocidad de los segundos es la misma de los pensamientos o de las palabras que vienen a mi cabeza. Y sé que no. Me angustia contabilizar el tiempo. Y aunque sé que es algo inevitable, que el paso del tiempo habla de “progresos”, el tiempo en la escritura siempre ocurre en una ampliación. Escribo porque las palabras detienen el tiempo en mi mente.
Escribo para no perder de vista quién soy.
¿pero quién eres? me interpeló S.
2 de agosto de 2019.
Hace un mes inició este taller de escritura cero, y aunque parecía que las reglas del juego estaban establecidas había que reinaugurar los caminos. La bitácora apareció como una resistencia más en la vida cotidiana. El tiempo se convirtió en un eslabón imposible de sujetar a las normas del juego. La prisa cotidiana se postró como siempre: intolerante, jodida y aburrida.
Hubo días en los que no tuve en mente una sola palabra. El cansancio abarcaba todo. También ahí tuve que aceptar que estoy muy cansada. Ayer al releer todo lo escrito en un mes pude hacer un resumen de mis sentimientos: nostalgia, tristeza, cansancio. La aventura cotidiana ofrece su más oscura cara, el aburrimiento sutil. Sólo en los detalles está la respuesta.
En sus minutos prolongados, en su quieta resistencia antes de cerrar los ojos o al lavar los trastes aparece una idea. No estoy en blanco. Mi mente sigue pensando, quién soy y a dónde voy.
12 minutos.
2 de agosto de 2019, también.
No es necesario escribir durante 10 años para tener una idea. Lo más cotidiano de nuestro ser aparece en diez segundos. La cadena perpetua más 30 años, todo eso también se termina.
2 de septiembre de 2019.
Hacer un gesto en el rostro mientras se unta mantequilla a un pan tostado. El gesto de abrir el bote, cortar un pedazo delgado con un cuchillo y colocarlo sobre una rebenada de pan recién tostado.
2 de octubre de 2019.
¿Por qué me pican los moscos en las manos?, ¿por qué las personas dejan de confiar en las otras personas?, ¿por qué hablan de sueños sin decir en concreto cuáles?, ¿por qué existen los lugares comúnes?, ¿por qué olvido responder mails importantes?, ¿por qué necesito regresar a los mismos autores?
3 de noviembre de 2019.
—Mira el cielo.
—¿Qué tiene?
—Es gris.
—Como este domingo.
—Me gusta que el ataredecer se dé en una escala de grises, como si el cielo fuera una pantalla de static noise que se funde poco a poco a negros.