Idalia Sautto
2 min readOct 18, 2020

36/52 noche de gala

Mi abuelo conoció Paris a los 67 años. Su hijo mayor, el primogénito que se llamaba como él, había muerto un año antes en un accidente de carro. Recuerdo a mi abuelo sostener entre sus manos los limones que crecían en la banqueta de la calle. Nunca supe leer su tristeza porque era muy jovial. Pero mi abuela un día le dijo que se irían a Paris para que se le quitara la depre. Mi abuela usa mucho el término corto para referirse a la depresión. Y compró boletos para un crucero que salía de Miami y llegaba a Puerto Rico, de ahí volarían a Mahattan y por último llegarían a París. Cuando mi mamá llegó por ellos para llevarlos al aeropuerto mi abuelo bajó vestido de traje. Era extraño porque casi nunca usaba traje. Mi abuela también se sorprendió de verlo tan arreglado. ¿A donde crees que vas?

Pues me dijiste que habría noche de gala. Respondió mi abuelo. Y en efecto en el crucero habría una noche de gala pero mi abuela no entendía por qué había decidido vestirse así para el vuelo.

Hace un par de semanas terminé de leer el libro de Valeria Mata, Todo se mueve. Es un libro de ensayos cortos, algunas anotaciones, sobre todos los lugares que ha conocido y las personas que ahí se ha encontrado, lo que ha aprendido de ese movimiento. En algún momento describe el interior de los primeros vuelos comerciales, en donde había espacio para sentirse cómodo, cortinas, floreros, y un espacio lo bastante acogedor similar al lobby de un hotel. También ahí escribe cómo antes tomar un vuelo era un motivo de festejo y de arreglarse para subir al vuelo.

Mi abuelo Checo viajó a pocos lugares. Pero el primer vuelo que tomó fue a una playa del surestemexicano y recuerda que el vuelo tardó mucho en irse porque faltaba una persona por abordar. Esa persona resultó ser María Félix. El perfume de esta mujer inundó por completo la cabina. Y todos los que habían estado puntuales y con quejas del retraso se quedaron callados. Checo dijo que sí era muy imponente estar frente a una persona tan hermosa. Al llegar a destino mi abuelo bajó corriendo a vomitar, entre el olor dulce de María Félix y el movimiento no pudo resistir.

Quizá en ese vuelo mi abuelo iba vestido de traje.

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