37/52 un siete de copas
Es domingo y estoy en el estudio de Cedro. Vine a trabajar en varios textos y a ponerme al día con las cosas personales. Pero no me concentro. Bajo a la calle y me compró un helado. Justo en la esquina hay una heladería. Pido un flotante. Regreso y me tomo mi flotante mientras veo las dos repisas que colocó Alex el viernes. Recién cumplo 6 meses de estar en este lugar. Alguna parte de mí se había negado a habitarlo de golpe. Tenía las tablas desde la mudanza. No sabía bien en dónde colocarlas. Las puse encima de unos bancos y luego se fue habitando de cosas a su alrededor. Hasta que logré ver que las repisas iban justo a unos centimentos de distancia de la ventana. Cuando no sé qué hacer o cómo seguir, me levanto, voy a la ventana y veo al horizonte. Un pequeño espacio me deja ver la torre de Pemex. Luego voy a la ventana contraria y observo la calle. Por la ciclovía siempre pasan personas. Después nada, el movimiento del árbol.
Faltan 70 días para Navidad, dijo mi compañero JM en la clase de latín. Esto fue el miércoles pasado, así que ahora faltaran menos de 70 días. A veces aparece como José Muñoz, a veces solo como JM. A veces toma la clase en su sala con una barra de libros detrás, a veces en un escritorio con una silla grande y cómoda. Imagino que si la pandemia no existiera en este momento sería buena amiga de José Muñoz. Podría platicar más con él al final de la clase. En la nueva normalidad han dejado de existir las sobremesas, el cotorreo extramuros.
Estoy dando un taller de creación literaria y entro a editar varias tareas. Ahí me encuentro con una frase: para mí el éxito es cocinar y que a la gente le guste el platillo.
Me resisto a seguir escribiendo.
Reviso las plantas.
Todas están regadas.
Sigue siendo domingo y siento placer de tener todo este tiempo solo para mí.
El Medium se ha vuelto un punto de referencia para las cosas que pasan en mi vida. Busco la entrada número 37. Hace un año también era domingo y estaba en la Biblioteca Vasconcelos preparando mi clase del Bosco.
Me quedo un momento en el sol que entra junto a los helechos. Decir que una planta está feliz es nombrar el bienestar de esa planta. ¿Qué hace la felicidad? se pregunta Sara Ahmed. La pregunta es cómo usamos esa palabra para que tenga ciertos efectos. Para mí la felicidad es encontrar un espacio, un tiempo, un día, que sea enteramente para no hacer nada en concreto, para disfrutar que las cosas están pasando, para decidir salir en la bici y quedarme todo el día en el estudio, moviendo de lugar mi compu para sentir el sol en la cara.
Leo en las tareas de mis alumnas que una de ellas tiene una playlist para el comienzo del día y otra para el final del día. Me dan ganas de pedirle que me comparta su lista. Siento que hoy puedo estar todo el día escuchando música que no conozco.
En el libro de Sara Ahmed encuentro esto:
Simone de Beauvoir señala con acierto que el deseo de felicidad se traduce en una forma política concreta, una política de la ilusión, una política que exige a los demás vivir conforme a ese deseo.
Tantas felicidades como mundos posibles. Tener claro que es la felicidad da paz mental.
Escribo en mi propia tarea la felicidad de cargar un gato:
Atrapar un gato y sentir su vida escapar de mis manos. Sentir que el ser de un felino es mayor que la fuerza humana. Resistir la voluntad impuesta de un gato contra la mía.
Faltan 65 días para Navidad.