38/52 imaginar
El inktober está a la vuelta de la esquina. Cumplo 5 años de seguir haciéndolo, por continuidad o solo por el gusto de compartirlo con mis amigos. Este año quisiera hacer ilustraciones o texturas, el reto es de resistencia no de complejidad, menos boscos, más basquiats, es la consigna.
Y quisiera solo imaginar, sin atrapar la figura, más bien al contrario, que lo figurativo pueda salir de la textura y si no, que se quede en textura y color. Como esas tazas que alguna vez hice con crayola, en donde el contexto hacía la taza, y no la línea a la figura. Creo que me pasa también cuando escribo. Al principio parece no existir nada, luego comienzo a sentir y a percibir. El otro día escuchando un podcast de la rata, me colocó en un lugar interesante, que se conecta con las resistencias: “no he dicho lo siguiente, pero ahora lo voy a decir”.
Eso que me cuesta mucho trabajo hacer cuando escribo, no lo quiero escribir pero lo haré. No puedo imaginar una escritura que no tenga una mano puesta en las cosas que estoy viviendo. Abrí mi ipad y estuve intentando imaginar un dibujo, un dibujo cualquiera, por ejemplo un dibujo para la vet de Isolda. Comencé con la idea de un perrito (y no en un gato que son los que más estudiados tengo), un perro que surja de mí sin pensar en toda su anatomía… un cuerpo, cuatro patas, dos orejas, una nariz, terminé haciendo algo más bien parecido a un ciervo que a un perro. Una vez hice un perro de la misma forma y salió como un yoda. Creo que sí me pasé con esos dibujitos, pero Isolda dijo que no, que a ella le gustaban. Todos los que se vienen serán seres inventados.
Quisiera también comenzar a inventar aquí.
Supongamos que estoy escribiendo desde la cocina. Y no desde mi estudio. He puesto la laptop encima del mueble amarillo en donde están los huevos y el hornito. Escribo de pie, supongo que así escribía Cortazár en su departamento en París, de pie, y frente al refrigerador. Si estoy en la cocina necesariamente tengo que hablar del nuevo dibujo que pegué en uno de los marcos. Un guey que hizo un cacatiu, una nalguitas con un gorro de cocinero y un pastel de caca, es tan feo el resultado y tan estúpida la idea, que me encanta. Cuando lo veo y estoy tomando mi desayuno, me da risa, tengo que dejar el café y reír, cómo se le ocurrió semejante tontería. ¿Por qué no lo había puesto antes en la cocina? Fin de la ficción.
Sigo en mi escritorio.
No sé cuándo comencé a creer que solo puedo escribir realidades, a medias, como lo son los recuerdos o las fotos, las anécdotas, las impresiones de algunos momentos. Me cuesta trabajo imaginar el vuelo de una persona sentada en una silla, sin motor y sin cinturón, volando por una habitación o un gato que a su vez es un ave, escenas que he podido ver en sueños y que después he escrito sin saber hacia dónde va ese diario de sueños y de pesadillas. Pero que son eso, viñetas de mi inconsciente, no tanto una historia dentro de una ficción.
El otro día escuché el monólogo que tiene John Waters en Mubi. Una revelación escuchar cómo habla, desde dónde piensa y cómo siente el mundo. Es un stand up de 2006, pero parece que lo hizo ayer, y está bien ver el público en el teatro sin cubrebocas, riendo sin cubrirse, hablando, escupiendo… casi. Waters, en algún punto, habla de su droga favorita, los poppers, es maravilloso darse un popper y hacer girar la silla, luego de eso es posible comenzar a escribir. En el escenario va y viene de un confesionario a unos cubos de basura, de pronto saca de su bolsa un frasquito y lo avienta al público, me pareció genial, la posibilidad de regalarle ese frasco a alguien más, sin temor a compartir un virus. La postpandemia sí modificó la posibilidad de acercarnos a los desconocidos. Me gustó la parte en donde dice que le cae mal el extasis porque pone feliz a la gente, y ¿para qué quieren ser felices?, risas del público, también habla de cómo sus papás son sus mejores críticos cuando ven una película de él, y cómo le gustaba hacer videos caseros rápidos, que pudieran exhibirse la misma tarde. Tener una noticia por la mañana, hacer un video sobre esa noticia y luego exhibirla en una sala por la noche. Nunca había pensado en la posibilidad de crear un video tan rápido, editar y reproducir, tener público para la función de las siete. Y creo que esa rápidez es la que me gusta de la riso. Poder imaginar, pensar y luego reproducir, todo en una misma tarde, sin pensar demasiado las cosas.
El miércoles fue Cetjudi al estudio y estuvimos hablando e imaginando caminos para un libro de dibujos, luego para un print, y al final imprimimos dos diferentes. Su hermana, María, tenía una sección en su instagram nacida de los Chulos, “comente un emoji”, un poco para pensar en conjunto con los amiges qué significan los emojis que usamos en los chats. De ahí salieron varias cosas chidas, entre ellas las de los emojis combinados, una manitas abiertas con un mosco, 🤲🏼🦟 cuando el proyecto está medio pinche, 🤲🏼🦅 cuando hay que soltar un proyecto y echarlo a volar como a una águila real, 💣 cuando una situación o persona poco confiable y se convierte en una bomba de tiempo. Siempre he creído que a María le gustan mucho: los emojis, las manos y las impresiones. Así que decidí hacer las manos que forman un corazón. Descubrí que hay como 3 formas de hacer ese corazón, cuatro si contamos a peña bb, en esa formación. Vi que recientemente entraron también en los emojis del whats. Qué complicado es hacer manos, de las cosas más difíciles, tuve que sacar unas de internet para poder lograrlo. Sentí que hacía trampa. De nuevo parece que me niego al poder de la imaginación, que tal que mis manos me aventaban la forma de un ciervo como me pasa cuando quiero hacer un perro.
Siento que de tanto decirlo se volverá realidad, la posibilidad de no poder imaginar. Pero sí quiero, imaginar y dibujar, eso es lo que quiero desbloquear este octubre de 2022, sin referencias, sin tableros de pinterest, sin modelos previos, como aquel bob esponja que una vez hice. Manuel lo guardó mucho tiempo después, me dijo que le llamaba la atención que no tuviera ropa pero sí botas.