[4] 1/52 Riad
¿Cuántos kilómetros recorre la tierra en su movimiento de traslación alrededor del sol cada año?, ¿cuál fue el papa que fungió como mecenas de Rafael?, ¿cuál es la capital de Arabia Saudita? Son algunas de las preguntas que salieron en el maratón que jugué con mi hermana y Diego el día del recalentado. Después volvimos a jugar el primero de enero y la pregunta sobre los kilómetros que recorre la tierra cada año alrededor del sol volvió a salir, aunque habíamos escuchado la respuesta ninguno pudo decirla. La habíamos olvidado.
Hace diez años comencé la maestría en historia del arte. Una de las maestras que tuve en los primeros semestres fue una tipa bastante peculiar. Su clase era de las que más me gustaban pero ella fue haciendo cosas extrañas a cada una de mis compañeras. Recuerdo pensar que estaba amargada, ahora creo que más bien era una mala persona, tanta vida como académica la dejó así, seca del alma. En una de las primeras clases preguntó: ¿cuántos conceptos pueden aprender en un día? Algunos dijeron dos o tres, otros, cinco, ella dijo, “con suerte uno”. Siempre que aprendo algo nuevo pienso en si lo recordaré en una semana o en un mes, también me viene a la mente esta maldición lanzada hace diez años: con suerte uno.
Mientras jugaba maratón, me frustró no saberme la capital de Arabia Saudita: Riad es su nombre. Nadie en la mesa lo sabía, ni siquiera mi mamá. Me le quedé viendo con reproche, ¿QUÉ? Preguntó. Si me hubieras llevado a conocer Riad lo hubiera sabido por conocimiento empírico, “¿Ahora resulta que yo tengo la culpa?”
La busqué en Google al día siguiente.
Riad es una capital que ostenta los edificios más altos del mundo y es un desierto en donde llueve hacia diciembre o enero, pero en realidad siempre está caliente y polvoso. En algún momento de su historia esa ciudad estuvo rodeada de varios oasis y por ello se asentaron ahí. En la actualidad tienen que llevar el agua desde el golfo pérsico. El escudo de Riad es una fortaleza blanca y en su centro una palmera verde, dos sables cruzados custodian estos símbolos. La palmera me recuerda la entrada de panamá. Al menos no olvidaré el escudo.
Al terminar de leer la entrada de la wiki, me salté a otra ciudad de Arabia Saudita: La Meca. Un profesor que tuve en Historia decía que todos los musulmanes de cuaquier parte del mundo tienen que ir al menos una vez a la ciudad sagrada, la Meca. Ahí leí que es el lugar que más peregrinos recibe cada año, y que hasta hace poco fue cerrado a personas no religiosas, o sea, al turismo. Parte de la peregrinación a la Meca consta de una escala, hasta hace 50 años unas columnas, que fueron reemplazadas por un muro, dichas columnas (ahora muro) es la manifestación del diablo, y los peregrinos se detienen ahí para lanzarle piedras. Después siguen su camino, y en la Meca toman agua bendita, muchos de ellos lavan sus trajes con esa agua. Si tuviera que elegir entre Riad y la Meca, preferiría ir a la Meca, y también a tirar piedras a un muro. Suena a que es una acción bastante liberadora.
Los conceptos que aprendí en historia del arte se quedaron en mi mente en la medida en la que los iba volviendo a encontrar en el camino. Palabras como aura, perspectiva, mirada, movimiento, composición, se volvieron a reformular en mi mente. Aprender es reconocer, decía Platón, no hay nada que aprendamos si no lo volvemos a reconocer en el futuro. Si no reconocemos un elemento es porque lo hemos olvidado, quizá ni siquiera recordamos haberlo conocido por primera vez. Aprender el rostro de alguien, el nombre de una persona, el escudo de una ciudad. Recuerdo que alguna vez supe los nombres de los papas más importantes, en mi esfuerzo por recordar, solo me venía a la mente el escudo de tres abejas de oro, ¿quien era ese papa que tenía ese escudo? Esas abejas están en las columnas salomónicas del baldaquino de San Pedro, están en todas las fuentes de Roma... Barberini.
Es Barberini.
Isolda responde: No, fue Julio II el mecenas de Rafael. Avanza la ignorancia.
En un panal hay tres tipos de abejas, ¿cuáles son?, un kilómetro por cada respuesta correcta. Isolda es muy buena en el maratón cuando le tocan las preguntas de su área. Reina, obreras y zánganos. Cuando le pregunté por un célebre escritor alemán, autor del Fausto, dijo paso sin pensarlo dos veces.
930 millones de kilómetros recorre nuestro planeta en un año. Avanza apróximadamente 28 kilómetros por segundo. Eso quiere decir que al menos avanzó 1680 kilómetros durante el tiempo que yo me tomé en escribir este texto. Es imposible sentir que nos estamos moviendo tan rápido. Sigo sentada en mi silla con la idea de que realmente sé muy poco sobre Julio II, sobre los Barberini, sobre el movimiento de traslación y sobre los tipos de abejas que existen. Pero Riad sigue presente con su palmera verde.