4/52 año de la rata metal

Idalia Sautto
4 min readJan 28, 2020

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Pensar en un futuro inmediato contiene la esperanza de que las cosas que vengan sean buenas, esté todo acomodado y en orden, perseverancia trae ventura dicta el I-Ching como un mantra, etcétera, etcétera, pero perserverancia siempre traerá la ventura.

Hoy leí que el 20 de enero está considerado el día más triste del año: #bluemonday :( varios factores están asociados a este resultado. Es, por ejemplo, la cúspide de la cuesta de enero, ya no hay nada más por delante. La cuarta semana de enero trae oficialmente que la fiesta se acabó, la vida sigue, como sea, en términos neutros, está avanzando pero nadie tiene el mejor humor de seguir. ¿Por qué habría de seguir?

En este momento vivo una transición de teléfonos, el mío enfermó de la pila y tuve que enviarlo a reparar. Espero que quede bien, tengo la impresión de que así será, el servicio técnico de la Mac es el mejor serivcio del mundo, dijo Alex cuando salimos de Buenavista. Lo tuvieron listo al día siguiente. Me llevó más tiempo descargar y respaldar que el tiempo en donde tenía que volver a borrar un teléfono y volver a mudar la información.

Hace tiempo que considero el Forum Buenavista mi plaza comercial favorita. Me siento en una novela de William Gibson cuando sus pantallas 360º me interpelan en las escaleras eléctricas de 7 metros de altura y abajo se escucha la llegada de los trenes suburbanos. La plaza es tan grande que sucede algo muy difícil de acontecer en la ciudad de México: hay vacíos momentáneos. Me gusta entrar por el lado oriente, el que colinda con la Biblioteca Vasconcelos, es el más vacío, generalmente no hay más de tres personas recorriendo esa entrada que es casi una explanada. No sé cómo han logrado que sus techos exteriores estén limpios de indigentes. Pero no hay nadie, ni nada, ni basura.

Es verdad que nunca sabemos con certeza cómo sera nuestro futuro, es un poco similar siempre al día anterior hasta que aparecen cambios radicales y los lugares de siempre desaparecen frente a nosotros. En Allende hay un local que ha cambiado de giro al menos 4 veces en los 6 años que llevo en ese edificio. Fue reparación de máquinas de escribir, luego fue una perfumería, después una papelería y ahora es una suerte de miniso, pero los productos son suecos, una variante del Tiger, son baratos y bonitos.

El sábado cambió el año chino. Por fin el año de la rata. Ese mismo sábado cerré mi curso de arte con una clase especial sobre el Bosco. En pocas palabras la clase fue de intuiciones a lo largo de la historia sobre este personaje, hay más historia sobre lo que se ha inventado de su vida y obra que realmente lo que él escribió sobre ella: nada. Sentí y no dudo en escribirlo que cerré con broche de oro un ciclo. No sé cuándo volveré a dar este curso pero quedé feliz de terminar. Por la noche fui al concierto de Wilco en el Metropólitan. Al salir caminé con Alex a un Sanborns. El barrio chino se me presentó intimidante, sólo de pensar en las multitudes de personas. Regresé a casa agotada. Comencé el año vendiendo libros de la pitzi. Conociendo nuevas personas, platicando mucho, sonriendo, siendo la reina de mi propia editorial. Pasé por tantas emociones que cuando por fin pude estar en mi cama con la piyama puesta los ojos se cerraron de inmediato. De ayer a hoy dormí profundamente, como hacía varias semanas no lo hacía. Soñé que iba con Abril a una heladería y el chico que nos atendía (un editor que conozco) nos timaba y nos daba dos vasitos sin helado. Desperté.

¿Qué sigue?

Un año de revoluciones, según leí en una página de horóscopos. Parece que este año de la rata metal será equiparable a 1968, pero ¿será cierto? Siempre descreo de estas declaraciones. El mundo está cambiando todos los días. Cambios radicales han existido desde que terminó la segunda guerra mundial.

¿Nos meceremos eternamente sobre las mismas noticias?

La fonda a la que voy a comer tiene la tele prendida en foro tv. Todos los días, el mismo canal, el mismo noticiero. A veces prefiero no ir ahí porque sólo pensar en escuchar el trágico noticiero de ese canal y lo infocomerciales de aparatos para la sordera y sartenes de teflón, me deprime. Puede más mi resistencia a escuchar ese canal que la buena comida que ahí sirven.

Deseo los cambios sin tragedias. Deseo la escritura sin garigoleos. Deseo más ediciones. Deseo más helados de pistache.

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