42/52 Coda
El documental sobre Ryuichi Sakamoto. Lo vi dos veces en la misma semana, sin esperar nada, como todo lo que veo en Mubi, pero me conmovió mucho, así que después le comenté a Alex que lo tenía que ver. Jo-ya.
La historia comienza cuando Sakamoto declara tener cáncer de garganta y estar preparado para morir. Antes de que esto suceda, le nace el interés de compartir su pasión por la música y de mostrar su proceso artístico a la hora de componer. Es una belleza este documental, en tanto que busca crear una memoria que no sea la que ya existe para él, la música.
El documental, se hizo con entrevistas y material de archivo. La narración de Sakamoto logra que sí sea una ventana completa a cómo creció y vivió tanto en Japón como en Nueva York.
Su vida en sí misma es un recorrido histórico por bandas sonoras de películas, conciertos, exploraciones inusuales en la música, en los recorridos que hace para tomar sonidos ambientales.
Sakamoto ganó el Oscar a la mejor banda sonora por Lost in Translation.
Tiene una playlist de música que seleccionó para un restaurante, acá el link.
Me dio mucha paz verlo componer, sentado al piano, con su lápiz y su partitura, imaginando un acorde.
En el docu habla también de su visita a Fukushima en 2011, mientras recorre los escombros que dejó el maremoto, llega a una casa destruida con un piano destrozado. Cuando comienza a tocarlo dice, «creemos que afínalos los instrumentos, pero hay otras formas de hacer sonidos, este piano me gusta porque el mismo mar lo afinó».
Sakamoto va demostrando su capacidad de escuchar más allá de los instrumentos, la naturaleza, los ecos, cada sonido por más opaco adquiere brillo cuando lo atrapa y juega con él. Con el arte pasa así, las formas de dimensionar una disciplina hablan mucho del artista y de cómo vive los procesos.
Bellísimo, ojalá lo veas Rat.