43/52 días de Feria

Idalia Sautto
4 min readDec 2, 2021

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Todos en esta feria somos fumadores pasivos, me dijo Alex. Yo lo miré con incredulidad, como queriendo decirle, pues sí, pero a nadie le importa eso. Después de año y media de pandemia por fin estaríamos en un lugar público vendiendo libros. La editorial llevaba 5 publicaciones que no habían estado nunca en un stand: El arte de ser gato, Dígalo con piedras, Bllickwinkel, El buque de los tontos y el último número de Los Chulos.

Cuando iba a ferias sentía que mi espacio tenía pocas publicaciones y esta vez por primera vez sentí que necesitaba una mesa más grande, que de alguna manera la editorial había crecido, quería tener más espacio. No cabíamos tampoco detrás de la mesa, en algún momento estábamos: Alex, Mariano, Isolda y yo. Atendiendo detrás de una mesa de 90 cm de ancho. Nos turnábamos disque para no aburrirnos. Solo dabamos de vueltas por las sillas Acapulco que estaban puestas para los fumadores. La gente que se dedica al arte fuma mucho porque aunque era una terraza abierta olía mucho a cigarro.

La primera noche de la feria tocaron 3 diferentes Djs, la mejor fue Noche Negra. Un set de viniles y cumbias para bailar, en ese momento, nos encontramos con Champ y con una pareja que bailaban como profesionales. Bailamos y tomamos tequila y cervezas, todas cortesías de la feria. Al rato llegó mi hermana y me dio mucha alegría su disposición con la música y con las ganas de bailar que tenía. Yo traía molidos los pies de estar todo el día de pie detrás del stand y no podía bailar aunque sí quería. Tenía mucho cansancio de toda la semana. Me enojé conmigo misma de no poder disfrutar la fiesta por tener sueño y dolor en los pies. Isolda estuvo bailando con Alex y en general creo que todos en algún momento de la noche estuvimos bailando. Yo bailaba aunque estuviera sentada. Me sentía un poco estúpida por ponerme botas de tacón en lugar de llevar zapatos cómodos. Pudo más la emoción por salir y por traer las lentejuelas en las botas que la comodidad para poder estar bailando durante la noche.

En la feria me encontré con Zaida que tenía varios años sin ver. Fue muy lindo verla en ese contexto, poder compartir el proyecto de la pitzi que me llena de felicidad y los libros que últimamente he estado editando. Es curioso también como hay rencuentros que dejan al descubierto la naturaleza de las relaciones. Sentí la confianza de siempre, como si verla directo a los ojos pudiera revelarme una sinceridad que ninguna palabra o acción puede reemplazar. ¿Cuál me recomiendas llevarme? Además de libro de Isolda. Le recomendé el libro de Abril y se lo llevó. Pienso en el último lector, en cómo los libros llegan a diferentes destinos que como editores nunca vamos a imaginar hasta que aparecen las manos que deciden que sí, que ese libro lo necesitan.

Mariano me dijo, no puedo creer la blanquitud de la feria, el tipo de personas que decidieron llevarse El buque de los tontos, un anarquismo muy blanco. Quizá el cover de la feria era su primer filtro, 150 pesos para poder pasar. Por otro lado siento que eso mismo hacía que las personas que entraban quisieran ver absolutamente todo lo que había dentro, cada artista pero también cada editorial. El discurso retórico para la venta de los libros también era más light, a veces ni siquiera lo veía necesario. Te gusta es tuyo, todo o nada. ¿Por qué habría que explicarle un libro a alguien? Una chica se quejó porque en la cuarta de forros no había un resumen del libro, ¿no es más fácil abrir el libro y ver si realmente algo te llama la atención? ¿Por qué estos libros no tienen nada atrás? Preguntó. Yo solo respondí, es una decisión editorial que sean así. Otro chico quería llevarse un adorno del stand. Preguntó por el costo de un gatito de la buena suerte. ¿Por qué querrías comprar un adorno en lugar de un libro? Se quedó callado y se fue.

También para esta feria llegó la serigrafía de los cinco años de la pitzi que hizo Manuel para festejar eso: que tengo cinco años haciendo libros que quiero publicar. Me llamó la atención que los niños quisieran llevársela. Una niña se la pidió a su mamá para poderla iluminar después. Otra chica se la llevó porque el gatito negro era idéntico a su gato Julio. Quizá yo también quiera iluminarla. Cuando alzamos los libros el primer día, las luces que iluminaban la pista de baile caían sobre la serigrafía. Entonces pasaba de morado a azul de azul a amarillo, de amarillo a magenta. Alex quería guardar la serigrafía que estaba pegada, le dije que no, que sería lindo que durante el concierto todos pudieran verla. Se la robaron. Pero no me importó, creo que vale la pena, si hay alguien que la desea tanto que decide despegarla y llevarla a su casa.

La vida tiene esas ambigüedades, primero feliz, luego mucha emoción, luego triste, después otra vez bien, o simplemente bieñ… Tres días de sentir que estaba a tope, el lunes me sentía molida. Procesar tres días de feria.

Ayer Mariano me regaló una sorpre: un boleto de melate para jugar. Lo que te regalan con esto es la ilusión de pensar en todo lo que sería posible con unos miles de millones de pesos. ¿Y qué harías? Pues irme de feria a todas partes del mundo.

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