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déjeme, puto.
Es un video del internet en donde intentan bautizar a un niño como de tres años y no se deja para nada. Termina gritándole al padre que lo bautiza: ¡déjeme, puto!
Alf dice que es pésimo copiloto, que él cuando está de copiloto quisiera gritar “ya déjame, puto”. Lo dice porque tiene que darme instrucciones para llegar a la FIL desde nuestro airbnb. No puedo dejar de reírme de su referencia.
el vestido de March.
Hace varios años que llevo haciendo algo llamado “conclave” que son unos premios ficticios que damos cada que termina una feria de libro, sobre todo pequeñas. Hay una categoría que inventó Manuel, llamada “el vestido de March” para aquellas mesas que solo reciclan su material sin llevar en realidad algo nuevo.
“No quiero ser el vestido de March”. Ayer me escribió Cet Judi. Nadie entiende bien el apodo. Se llama Santiago pero ha mutado a ceto, cet… en realidad es Set, por un set solo que hacía con una banda de música. Yo no sabía eso y lo guardé en mi celular como Cet Judi. Me decía en su mensaje la ansiedad que le producía la feria de este sábado. Que no me enojara si no iba, que solo no podía hacer algo nuevo para ese día y no quiere ser el stand que gane la estuatilla el vestido de March. Le escribí que no importaba, que en realidad era convivir y pasarla bien. No recibí respuesta, espero que sí vaya.
la cortinilla de los mensajes de voz.
Hace años, como unos seis, en Macolen nos enviábamos mensajitos de voz con diferentes cortinillas en la entrada y en la salida como si fuera un programa de radio. En el instagram Manuel me recordó esa época. El día de la virgen me envió un audio en el que imita a Itatí Cantoral en su ya mítico gargajo en medio de la canción. Todos los años, desde que sucedió, enviamos ese mensajito, es como un alivio saber que las bromas no pierden vigencia.
Mientras desayunábamos, ese mismo día, lo puse con suficiente volumen durante el desayuno y reímos muy fuerte.
Badalona.
Alex está empaquetando sus fotos en bolsitas de plástico. Primero cortó una cartulina cascarón a la medida de las fotos y después fue titulando cada una. Me enseña una imagen en donde se ve una calle y un pedazo pequeño de mar al fondo. Es como si hubiera fotografiado la ciudad de México y solo por ese pequeño pedazo de mar se convirtiera en Badalona.
“Nunca había visitado Badalona”, me dijo Ana cuando la conocí en un bar cerca del metro. Yo la he visitado ya dos veces. Ahí vive mi amiga Georgina. Es un suburbio de Barcelona, cuando lo mencioné su madre lo tomó a mal, como si decir suburbio fuera peyorativo. No lo es, solo que para mí tomar un suburbano es entrar a los suburbios de una ciudad. Me gusta más Badalona porque es familiar. Alex me dijo que si vivieramos en Badalona seguro yo sí querría tener hijos. Hablamos de cómo sería tener una familia con hijos cuando caminábamos del metro a la casa de Georgina. Entonces Alex se detuvo en medio de la calle y tomó esa foto. Ese camino muy urbano que de pronto llega al Mediterráneo. Un camino que parece que tiene un punto de fuga y luego se convierte en mar y cielo.
¿Cómo le pondrías a esta foto? Le respondo que simplemente sea Badalona.
Se dividen en dos: rojos y grises. Los rojos son buenos; los malos son muy malos y son grises.
En un documental que sacó Disney llamado Fire of love un par de volcanólogos exploran de cerca la naturaleza de los volcanes. A lo largo de dos horas vemos una pareja disfrutar de una vida cotidiana a las faldas de los volcanes, tomando foto y video de las cualidades que tiene. El docu es narrado por Miranda July y a veces parece una película de Wes Anderson, o los personajes parecen salidos de un guion de él.
La ciudad de México tiene un volcán muy famoso: el popo, don Goyo. Hace tiempo que se ve que cambiaron de agencia o corrieron al de creatividad que hacía los tuits del volcán Popocatepetl. Era una cuenta muy linda en tanto que el Popo tuiteaba en primera persona. Nuestro don Goyo es uno de los volcanes malos.
Más adelante en el documental, en una entrevista a Maurice Krafft le preguntan sobre la clasificación de los volcanes que han visitado. Él responde que es imposible clasificarlos, cada uno tiene una personalidad diferente. Las etiquetas son para el siglo XIX, un volcan es impredecible, podemos intuir cómo se comporta pero no podemos tener una ciencia de cómo será.
Hace unos días recibí la noticia de que no seguiré con la cuenta publicitaria que he llevado desde hace seis años. Sentí un extraño alivio combinado con la alegría de no saber lo que sigue… como un volcan que puede o no explotar, es decir, con un destino incierto pero con un futuro por delante. Yo sería un volcan rojo, con lava corriendo a los lados pero sin hacer daño.
Post and round del 2020.
Post & round del 2019.