51/52 navidad 2022

Idalia Sautto
3 min readDec 26, 2022

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Mi abuela con su regalo navideño, un cet judi original. Le gustó tanto que le dio un lugar especial en su recámara.

Ayer y hoy llovió mucho. No recuerdo 24 y 25 con lluvia en la ciudad de México. Hizo mucho frío. Mi abuela estaba forrada. Usa el cubrebocas para no sentir frío. Lavé los trastes usando guantes de plástico porque el agua era helada. Comí dos tipos de postre, la ensalada de manzana y el pay helado de limón. Jugamos en 9 pistas diferentes el nuevo Mario Kart para Switch. Mi favorita fue la congelada. Gané en la del arcoiris, nunca había ganado, me trolean por elegir a Peach. Dicen que la princesa es tonta y no sabe lo que hace. Hoy por la mañana estuve posponiendo escribir. Había comenzado con el siguiente párrafo: Tengo miedo de terminar el reto de escritura. No sé si después de esta consigna de cinco años después me quede en silencio. Quizá necesito eso. Descansar y ver qué sucede con la nada.

Luego pensé que era triste comenzar así. Estos días la he pasado muy bien y aunque sé que enero y febrero son meses muy inciertos, estoy tranquila con eso. He dormido mucho y ayer estuve viendo mi pobre angelito hasta que me ganó el sueño. Veía a la mamá y pensaba que tengo ya la edad de esa señora. Siento que los papás en los noventas no se veían tan chavos como nosotros, el atuendo los hacía ver señores. Como el libro de Cartagena de los empleados en donde los hombres de 18 años parecen señores de cuarenta, solo porque están en traje y tienen bigote y posan muy serios a la cámara. We love our employees es un libro muy lindo que tiene Gato Negro, se lo regalé a Alex de Navidad. Mi abuela estuvo viendo el libro y me preguntó: ¿por qué no hay mujeres? Yo viví esa época y también trabajaba y usaba falda y medias y tacones.

¿Tu blog es como un diario, no Idalia? Me preguntó mi hermana ayer durante la cena. Ni sabía que Idalia tenía un diario, dijo mi abuela. Sí, tiene un diario que publica en Internet, cuando no tengo nada qué hacer entro a leerlo.

Si una deja de escribir un diario es de alguna forma la posibilidad de dejar a la memoria de nuestro cuerpo y de nuestra mente toda la responsabilidad, el olvido entraría de inmediato… o dejarlo a la suerte, a saber si me iré a acordar o no de lo que hago cotidianamente… un rastro de lo que hicimos o fuimos.

Al salir de casa de mi abuela todavía llovía. Tenía frío en las piernas y Alex prendió la calefacción de Arenita. De inmediato los vidrios se empañaron y luego cambió a frío y se desempañaron, luego niveló. Nos fuimos con el aire caliente el resto del camino. No es mala idea tomar por Chapultepec, ya no está la obra del metro. Llegando me dijo que iría a comprar agua mineral al Oxxo, en realidad quería comprar cigarros, pero dice agua mineral y otras cosas para que no lo acose, para que no haga la mueca que hago cuando fuma cigarros. Subí por el elevador y lavé los trastes de la mañana con agua caliente. Limpié la estufa y lavé el bote de la basura inorgánica. Hice todo esto mientras Panthro estaba reposado en la mesa mirando a la pared, sin ponerme atención, ni pelando el ruido que hice con los trastes. Lavé también su plato de agua. Llegó Alex y sí traía agua mineral. Guardamos la comida del recalentado.

Si dejo el reto de escritura quizá mi presente se comience a desvanecer más rápido. Escribo todas estas trivialidades porque siento que son las que olvidaré cuando pasa un año, dos, tres, cuatro, ¿qué hice el 24 de diciembre pasado? La respuesta casi siempre es quién sabe.

¿La vida dura menos cuando no hay escritura?

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