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Hace dos años y un mes que la Biblioteca Vasconcelos cerró sus puertas. Hace como dos meses leí un tuit que decía: ya abrieron restaurantes, escuelas, antros, ya nos vacunaron tres veces y la biblioteca sigue cerrada. Después, en las redes sociales anunciaron que abrirían la biblioteca durante el mes de marzo para recibir libros en préstamo. Fui a dejar los libros que tenía en préstamo desde marzo de 2020. En el buzón había una noticia, “la biblioteca abre el 4 de abril”.
Hoy desperté sintiendo un peso enorme en mi cuerpo. Lunes, después de una jornada de feria de sábado y domingo. Un temblor ocasionado por un trailer hizo que la pared se descarapelara en mi casa. Luego vi la fecha, hoy es 4 de abril. Quizá es momento de retomar mi refugio favorito. El cuarto piso de la Biblioteca está dedicada a literatura general. Por los pasillos se pueden ver los libros de Fogwill que sacaba para mis clases. Fui caminando después de darme un baño de sol quemador… solo para notificar que es una mentira que esté abierta. Abrió pero no es posible acceder a los pisos de libros, ni verlos, ni sentarse en las salas de lectura. ¿Cuándo va a estar operando la Biblioteca? Pregunté a una encargada. Se anunciara en las redes sociales, aún no hay fecha.
La paquetería estaba cerrada y el acceso a las escaleras encintado. Me quedé sentada en el largo hall que tiene la entrada y de inmediato fue una policía a decirme que me pusiera bien el cubrebocas. Absurdo… no tenía cerca a nadie. Estaba ahí sola. Me sentí rechazada en mi propio refugio.
Desde mayo de 2020 construí un refugio personal en la calle de Cedro. Entonces vine para el estudio, en donde estoy sentada frente a la ventana escribiendo esto. Comencé a escribir este texto hace exactamente una semana, pero me sentí incapacitada de seguir. Cuando amigxs me comentan que no tienen tiempo para escribir siempre descreo que sea un argumento sobre el tiempo. Pienso que es más bien una condición. Una está o no está dispuesta a sentarse un rato y ordenar sus pensamientos. Abrí el archivo y vi la palabra “refugio”. Un concepto muy recurrente en momentos de guerra como la que sucede del otro lado del mundo. Refugio es también un lugar para sentir seguridad.
Mi madre me mandó un paquete de regalo. Lo abrí y vi que se trata de un pedazo de loseta, en ese pequeño pedazo está dibujada la puerta de Alicia en el país de las maravilas. Es en realidad la puerta por la que se mete cuando es muy pequeña, cuando comienza a llorar y entra literalmente por la boca de la cerradura. Le escribí para preguntarle por qué me enviaba eso… nunca he sido fan de Alicia… pero además este tipo de regalos me ponen en la situación de hacer algo con ellos. De decidir un lugar en donde colocarlos, o de guardarlos forever si no quiero hacer nada con ellos. Me dijo que le parecía muy bella la puerta y agregó que si no me gustaba podría entrar por ella.
No dije nada. En una semana cumplo 38 años. ¿Qué harás en tu cumpleaños? Quisiera decir que no quiero hacer nada, pero no es verdad, siempre me gusta festejar. Estar en un refugio sería mi cumpleaños ideal. Siento que este año por fin se rompe el encierro. Llevo 2 años partiendo un pastel de miel adentro de la casa. En privado, con Alex, sin hacer aspavientos. También llevo 2 años partiendo un pastel en mi no-cumpleaños. Ahora empiezo a entender un poco los regalos de mi mamá.
En mi refugio favorito, que ya no es la biblioteca, quisiera pedir nuevos deseos, cantar, jugar nintendo. Siento que este abril es muy lluvioso, y nunca tengo cumpleaños con lluvia, sería extraordinario que lloviera.
Me encargaron un comic… y mandé este boceto para arrancar. Es la estación de Pantitlán en 1970. Es la primera vez que me pagan por hacer un comic. Se siente bien emprender ese viaje, y que además sea un viaje al pasado.