52/25 ombligo de la semana
A veces pienso que odio a todo mundo pero la verdad es que no es cierto, al menos no como yo creía, no lo odio tanto como Orson Welles. La semana pasada decidimos en Sonido Berenice hacer un fanzine de todas las personas que odia Welles. Pero ayer, leyendo partes que no conocía, quiero decir, ya tener el archivo con la entrevista completa, nos dimos cuenta que en realidad es un trabajo enorme porque la lista es infinita. No sabemos bien por dónde empezar. Odia a tantas personas y es tan racista y tan mal pedo que me soprende. ¿En qué momento una persona se convierte en ese viejo rancio y amargado?
Orson Welles: I hate Woody Allen physically, I dislike that kind of man.
Henry Jaglom: I’ve never understood why. Have you met him?
Orson Welles: Oh, yes. I can hardly bear to talk to him. He has the Chaplin disease. That particular combination of arrogance and timidity sets my teeth on edge.
Henry Jaglom: He’s not arrogant; he’s shy.
Orson Welles: He is arrogant! Like all people with timid personalities, his arrogance is unlimited. Anybody who speaks quietly and shrivels up in company is unbelievably arrogant. He acts shy, but he’s not. He’s scared. He hates himself, and he loves himself, a very tense situation. It’s people like me who have to carry on and pretend to be modest. To me it’s the most embarrassing thing in the world — a man who present himself at his worst to get laughs, in order to free himself from his hangups. Everything he does on the screen is therapeutic.
Es miércoles y tengo 3 amigos cercanos enfermos de Covid. El domingo fui a ver Buzz Lightyear. Pienso que quizá fue la última vez que vaya al cine mientras pasa esta nueva ola de enfermedad. Por otro lado, Buzz me encantó. Sentí que es una de esas películas en donde el mensaje es en parte la lección que nos ha dado el Covid durante estos últimos dos años, en pocas palabras: vive el ahora, no postergues tu vida de hoy por un futuro que no es y que quien sabe si llegue. Salí emocionada y motivada. En un momento dije, escribiré de la peli. Me dieron ganas de llorar en un punto de la peli. No lloré. Pensé en su mascota, un gatito. Recordé a Fermín y su amor incondicional. Al día siguiente me sentí desarmada, incluso un poco aburrida, tapada de la mente, joroba sobre la compu. Nada nuevo bajo el sol, no hay ni sol. Días nublados pero bonitos, frescos. Es la ciudad de México, no entiendo cómo hay personas que todavía les sorprende que llueva tanto.
Estoy escuchando el loop de junio. Todas las canciones me gustan demasiado, no puedo dejar de repasarlo. Ésta es una buena lista, no como la del mes pasado y antepasado. Hay algunas de esas playlist que nacieron muertas… ni cómo revivirlas. Junio del 2022, un mes por recordar. Buzz Lightyear, el comienzo de una nueva era, el sindicato de los geminis en su cúspide.
No tengo nada más qué decir.
Quizá es porque estás a mitad del camino, me dijo Manuel, estás cansada y hay que ir más lento para después seguir. Puede ser esto. Estamos a mitad del año.
Por la mañana platiqué con Abril y planeamos una mudanza digital. La culpa la tiene Medium: sus actualizaciones piteras, su forma de meter presión para comprar la versión premium pero sobre todo que ya no sea posible escribir desde el celular, ¿cuántas personas siguen escribiendo exclusivamente en la computadora?
En el podcast Deforme semanal escuché que la fama digital dura aproximadamente cinco años si bien le va a uno. Son los años que cumplirá mi reto de escritura en diciembre, pero sin fama. Cinco años, 52 semanas, dos amigas por la carretera. Próxima parada: otro proyecto, otras formas de seguir la escritura.
Acá la playlist de Junio.