52/9 resistencia

Idalia Sautto
4 min readMar 5, 2022

--

El papel rojo que le puse al mes de marzo para corregir uno de los muchos errores que tiene este bonito calendario.

Hace un par de semanas soñé que mi baño estaba inundado. Me generaba mucho estrés, primero por encontrar toda esa agua estancada, y también porque sabía que fuera del baño, en el estudio, estaba mi mejor amigo editando un fanzine. Pensar en la posibilidad de que él viera esa parte rota del baño me ponía muy mal. No encontraba la forma de limpiar tanta agua. En la regadera veía mi aspiradora nadando en agua, también inservible.

Salía del baño y entraba a mi habitación. Caía en cuenta que era un sueño cuando volteaba a ver mis pies y traía puestos unos tacones altos y plateados. “Hace muchos años que no uso tacones” pensaba, “esto seguro es un sueño”, ¿cómo despertar? En un ficticio balcón, mi cuarto no tiene uno, estaba Isolda, sentada en una silla leyendo una revista.

—¿Qué lees? — le pregunté.

—En realidad nada… solo estoy viendo este catálogo de cuando mi abuela era modelo. — me respondió sin apartar los ojos de la revista.

En ese instante entraba una chica con una charola de bocadillos. Me acercaba a ella para tomar uno. Me detenía largo rato en observar la arquitectura del cuarto. Un espacio de doble altura, tres balcones, un closet enorme, una chimenea, Isolda hojeando el catálogo de los cincuentas en donde aparece mi abuela en traje de baño.

Tomé el bocadillo con dos dedos y en ese instante me desperté. ¿Se llega al fin de las pesadillas o simplemente se vuelven lugares por identificar y sostener?

Creo que es momento de poner pausa al análisis. Fue primero un pensamiento, luego una afirmación, después una idea determinada en mi mente. No una pausa definitiva, una ralentización del proceso, la pausa para seguir. Se logra domesticar o desarmar una situación cuando se le da un nombre, una nomenclatura, una definición y lugar en el espacio. Mi pasado infantil es un campo de minas escondidas que pueden explotar. Me sirve saber eso para no ir con un pico a excavar ahí. Para no pasearme y que me explote a mitad de una comida familiar. Pero de alguna manera viví muchos años sin tener esa claridad. Más años de los que yo misma creía.

El otro día recordaba mi vida cuando estaba casada y vivía en el sur. Basicamente era la asistente de vida de mi exmarido. Todo giraba sobre sus decisiones, mis deseos también estaban muy acoplados a los suyos, un poco asomaba lo que yo quería hacer y lo que me interesaba, pero siempre y cuando se ajustara y cupiera en su plan de vida. Ni siquiera lo digo como un reclamo o como una cosa mala o buena, pero tenía tanto miedo de vivir sola y hacerme cargo de mí que prefería estar acatando lo que Benito abusadito decía debía ser mi modelo de vida. Qué tontería. Fue muy difícil separarme de sus ideas y de sus prejuicios que había adoptado todo ese tiempo como míos, de pronto darme cuenta que yo tenía una vida propia y unos deseos por descubrir, destapó esa caja de pandora que tenía ya muy escondida en el fondo de mi ser. Fue liberador, pero fue catártico y doloroso y no podía contener tantos sentimientos encontrándose al salir, golpeándose unos contra otros. A diferencia de Perséfone, yo no cerré la caja de golpe, los dejé salir a todos y atravesarme de diferentes maneras. Al final de esos primeros dos años de separación me encontré atropellada por tantas emociones, casi la mayoría sin nombre aún. No sabía por qué estaba tan enojada si al final estaba ya haciendo de mi vida un papalote.

Hace unos días platicaba con Abril sobre la claridad. Tener el panorama despejado y poder identificar los sentimientos. Esto me enoja porque… me recuerda cuando mi mamá me dejaba una hora con el cabello mojado, esperando en el estacionamiento de la Acuática Nelson Vargas a que pasara por mí. Esto me alegra porque es algo solamente mío, este paseo en bici de mi casa a mi estudio, solo yo lo estoy disfrutando. Esto me hace sentir cómoda porque es mi hogar, porque decidí poner esta hamaca y mi gatito Fermín se acuesta encima de mis piernas. Esto me tiene cansada porque ya no puedo ni quiero seguir recordando las cosas que me lastimaron alguna vez. Esto es mi presente. En esta nueva claridad creo que puedo comenzar otra vez, ahora sí, desde lo que soy yo.

Ahora me cacho más rápido. ¿Por qué me estoy resistiendo? ¿Por qué me estoy enojando? ¿Mi análisis se está convirtiendo en una telenovela? Abril preguntaría ¿cuáles son los elementos que conforman una telenovela?

--

--

No responses yet