6/52 bonus por empatía

Idalia Sautto
3 min readApr 5, 2023

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No me gustan los perritos. Cuando me preguntan que si voy a editar un “arte de ser perro” les digo que no.

No me gustan los perritos. Me parecen muy necesitados de un ser humano y somos una especie fea, la condición humana me da náuseas. Pensar en cómo somos, en términos generales, me hace sentir incómoda. Pensé en el bonus de empatía de una serie futurista que está de moda.

En la serie, La periferia, basada en una novela de W. Gibson, los personajes trabajan en línea y reciben dinero para probar realidad virtuales. La mujer es mucho mejor que el hombre. Ella a veces lo reemplaza en estos juegos y en una de las partidas la consola le da un punto extra por no usar a las ovejas como escudo. Salva a las ovejas y salva a su equipo. Ese capítulo se llama así: el bonus de empatía.

Mi hermana salva gatitos muy seguido. Es parte de su vida encontrar, aliviar y reinsertar un gato al mundo. O perritos, también. A ella sí le gustan. Ayer vi en las redes sociales que una gatita se perdió. ¿Repostear la imagen hará más factible que regrese? Quisiera creer que sí. Una vez un excompañero encontró a un señor perdido. Había visto un letrero en la calle y a las dos cuadras lo vio. Era un señor de mayor edad y con un tipo de demencia. Habló al número y lo recogió su hija. ¿Cuántos casos así existen?

En estos días de vacaciones he reflexionado sobre los bonus de empatía que puedo recolectar. A veces siento que no hago mucho por el mundo. En Cedro separamos el café y luego lo llevamos a la jardinera. El camellón de Puente de Alvarado está siendo cuidado toda la semana, apenas crece la hierba la podan, nuestro café siempre parece desaparecer.

Estuve haciendo listas. Listas que vale la pena hacer o no hacer. Una lista con bonus de empatía: cuidar a los perritos de mi vecino, dar una sesión extra en el taller, regalar impresiones, cuidar a mis plantitas, cocinar con recetas de cocina, hacer stickers de Ari Telch, probar 9 vinos tintos y 3 cervezas en una tarde de lluvia.

Cuando siento felicidad tengo un poco de miedo que se note, que alguien que esté en la lista de los enemigos me haga mal de ojo, solo por pasarla bien, por tener una semana entera de vacaciones que yo sola me estoy dando. La empatía es una moneda en desuso, es triste pero cierto, la mayoría de las personas sí usan a las ovejas de escudo y dejan a los perros de la calle, en la calle.

Le pedí a Manuel que en el calendario de Berenice anotara las semanas del año para no confundirme con este chachallenge y ahora veo que estoy muy por abajo de mi promedio. La escritura no es una competencia es una resistencia. Me siento en paz también con eso.

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