7/52 sueños como casas y casas como coronas
La reina se arrastra sobre un predio sosteniendo un rifle mientras pone en la mirilla un venado. El campo abierto está nublado. La reina usa pantalones y botas con polainas. El venado sabe que lo están vigilando y se queda inmovil. Ella dispara y el venado cae. Es un golpe seco sobre el pasto. Ella apenas sonríe.
The Crown se transmite en mi horario nocturno, justo antes de dormir. A veces con el cansancio suficiente como para solo atenderla quince minutos. He perdido el entusiasmo desde que los personajes envejecieron y fueron cambiados los actores. Me molesta que no hayan salido en el contexto histórico los Beatles. Pero la sigo viendo. Me intriga la vida de la reina. Me agrada su conflicto existencial, el cual oscila entre lo espiritual, lo físico y lo meramente trivial. Pero la reina es tocada por Dios y vive la vida como la historia le exige que se viva.
En uno de los capítulos, la joven reina preocupada por el deber ser le pregunta a su abuela, qué debe hacer, cómo debe actuar, qué debe decir. Y la vieja antigua reina, le dice: nada. Tu trabajo es hacer nada, y es difícil hacer nada, sólo estar ahí. De ti esperan que hagas: nada.
La semana pasada fui con mi dentista, y acostada mientras me arreglaba el molar pensé en eso, en ir al dentista y solo abrir la boca, dejar que el otro haga su trabajo pero sin poder interponerse, sin poder decir así no es, o esto es lo que quiero que hagan, sin la autoridad de poder editar un movimiento, sólo hacer nada, abrir la boca, dejar al otro ser un profesional y ya.
Mi corona es de metal y porcelana y pesa un poco más que un diente. La corona cubre lo roto, es una embestidura que hace ser al diente diente. La porto con orgullo, es una corona que he solventado y pagado para mí.
¿Existe el “gracias y lo hiciste bien” hacia uno mismo? ¿Sentirme bien sólo por el hecho de ser responsable con cada paso que doy, incluso de aquellas que reparan mi boca?
Soñé que estaba en mi casa, que en realidad es un departamento pero me gusta decirle casa. Tiene dos recámaras, un balcón y una cocina enorme. Me recostaba en la sala con un amigo que hace mucho no veo. Y me daba confort estar ahí, recostada viendo cómo el sol entraba. Me quedaba dormida dentro del sueño y en la realidad desperté. Y me quedé pensando en lo que me hacía dormir dentro del sueño, en poder realmente descansar, no tener preocupación.
La sala tiene por largo dos libreros de dos metros de largo cada uno. Los techos son altos y tengo el paisaje del Génesis que editó Bárbara Fiore, todos los días los animales corren hacia el Arca que construyó Noe. Pero siempre corren, nunca llegan, algunos se detienen y duermen o se aparean o simplemente no hacen nada.
Recuerdo mi primera sala, con otros cuadros y otras cosas sobre los libreros, otros libros. Entonces no tenía ni idea de que en un futuro tendría otra sala y que los cuadros serían de amigos míos, de personas que conozco y quiero, de historias que aluden a lo que estoy haciendo ahora, a lo que me gusta, a lo que me hace detenerme y observar mi vida cotidiana. Un dibujo que pegué con diurex está en uno de los huecos que hay entre marcos. Es una pequeña naranja que pintó Dana en nuestra temporada de Macolen. Siempre que la veo siento que hice algo bien, con ella y conmigo.
Otra vez la reina:
Uno de mis episodios favoritos es cuando la reina descubre que sabe muy poco del arte que tiene colgado en su palacio, decide contratar un experto en el tema y comenzar a aprender. Ella sabe quiénes son los retratados porque son parte de su familia pero los demás cuadros escapan a toda memoria, es como habitar un museo sin saber quién determinó la curaduría o cómo llegaron esas obras. ¿Cómo sería en realidad la vida de la reina si no tuviera que seguir el protocolo de su vivienda? Esa pregunta es la que siempre la tiene dividida. Si yo no fuera la reina y fuera sólo una mujer normal del mundo… La posibilidad de haber tenido una vida sin la corona. Esto que yo tengo ahora, no lo tiene la reina: la opción de elegir. Aunque la elección sea tan simple como colgar la imagen de un garibaldi en la cocina.
Otra vez mi sueño:
En mi sueño me daba paz tener mi casa antigua con mi casa nueva, la casa que se configuró por primera vez y la casa que he moldeado ahora. Dormía de poder tenerlo resuelto en mi mente, de que las épocas de complementaran, de que ese orden le hiciera justicia a las cosas. Dormir y despertar al mismo tiempo me dejaron una sensación de cerrar el ciclo, de reparar el diente roto, de tener bien puesta la corona.
Que viva la corona, la mía y la de la reina. La reina de Inglaterra es un personaje que siempre me ha gustado, justo por eso por encarnar en vida una historia y una persona, o mejor dicho, por ser sujeto y objeto de la historia, por ser verdad y ficción. El dos por uno.