8/52 deporte de alto riesgo

Idalia Sautto
3 min readMay 20, 2023

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Vi completa la primera temporada de Rain Dogs, una serie de HBO sobre una pareja de adictos (al juego y al alcohol) que aprenden a sobrevivir con los mínimos recursos pero también incluso teniéndolos hacen todo para dilapidar el llamado bienestar: casa en el campo, lecciones de piano y vajilla le creuset. En cierto momento me sentí identificada con ella, con la niña y con el padre adoptivo, lo único latente a lo largo de estos capítulos es el sin sentido de la vida y cómo hay que buscar que la vida pueda ser importante, relevante, ¿por qué vale la pena vivir? o ¿para qué vivir si vamos a terminar siendo estas cenizas echadas en una alberca?

En la medida en la que avanza la serie conocemos más sobre Selby y Costello, sabemos que se conocieron estudiando letras inglesas, nos enteramos que Costello es escritora y alcoholica retirada, constantemente vemos las notificaciones de la app que le recuerda cuántos días lleva sobria. Como es de esperarse todo este mundo colapsa para después reconfigurarse: Costello recae, Selby es internado, la hija con 12 años parece la única vela prendida para activar la esperanza de seguir vivo.

Mi mamá lleva sobria más de lo que Costello contabiliza en su app. En momentos me sentía como esa hija adolescente testigo de las decisiones que su madre adulta hace. El alcohol no es la salida, es fácil escribirlo, es difícil que sea una realidad. Los personajes van a sus límites. No encajan con el mundo, o con lo que “debería” ser el mundo. Son fácilmente encasillados y juzgados por su público: locos, adictos, perdidos.

Las torres de Hanoi son el ejemplo de un problema que se resuelve recursivamente, la solución es la misma desde que se tienen 3 aros, solo se vuelve más compleja en la medida que los aros que hay que mover son 5, 7, 9, 11. Lo mismo que estar viva. Sigo teniendo la solución enfrente de mí. A veces solo basta con regresar al principio, cuando solo hay 3 aros que mover. Un día a la vez.

¿Por qué me gustó tanto? No sé aún bien qué fue. Con seguridad podría decir que Costello Jones es una escritora que no encuentra un público, que cuando quiere publicar adaptan su artículo a una entrevista y cuando por fin un editor la contrata termina cancelándola por una serie de videos que sube a sus redes sociales. La soledad con la que vive la escritura me conmueve… La escritura y su hija son en realidad el único motor que tiene Costello.

Me hace sentir que cuando escribo lo hago, en gran parte, para darle sentido a la rutina, al día a día, a los minutos que estoy viva. Cuando no escribo me da un poco de pesar, sé que algo de mi archivo personal se perdió en la nada. Es en gran parte la razón por la que le tomé fotos con mi celular a este capítulo, pensé: esto es, muy probablemente esta frase la que reactive el motor, “escribir es el deporte más peligroso” porque no sabemos a quién vamos a lastimar y cómo terminará la historia más allá de las páginas o de nuestra nube, medium, internet, fanzine, librito… como se llame.

¿Qué es entonces escribir? ¿Por qué vale la pena seguir escribiendo? Quizá por lo mismo que Rain Dogs vale cada minuto de su transmisión: porque no estamos solas… “no somos esos personajes de ficción de los que nadie escribió jamás” como decía Laureano Brizuela, porque la escritura sí le da sentido a esas cenizas que pueden terminar en el fondo de una alberca.

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