9/52 Tlatelolco

Idalia Sautto
2 min readMar 28, 2019

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Veo la hora de mi computadora.

11.34. am. Trazo una ruta imaginaria.

Estoy sentada frente a mi escritorio que da directo a una ventana del tercer piso.

El sol cae a plomo.

Imagino que ir en bici me quemará los brazos.

Tendré que ponerme bloqueador solar en el rostro.

No mucho porque suelo sudar y eso hará que la crema se derrite hasta mis párpados.

Bloqueador solar en los ojos.

Es algo que no le deseo a nadie.

La ruta es sencilla.

Trazo también una logística de acción.

Me quedan al menos dos horas de trabajo.

De trabajo frente a la computadora si algo más no me distrae.

Si no quiero levantarme y poner shazam porque pasan una versión de esa canción de Brasil que tanto me recuerda algo que no puedo decir en palabras.

Esa canción de Braaaasil, la la la la la, pero una versión menos lenta, quiero saber qué artista es.

Pero también estoy intentando concentrarme, en esta tarea.

Una tarea simple.

Escribir un trayecto. Mi casa a Tlatelolco.

Google maps dice que estoy a 3 km de distancia.

Hay al menos 3 maneras de llegar en bici.

Una en transporte público. Una en carro. Pero no tengo carro.

11.37. La canción de Brasil ya terminó.

Ahora empieza una que no reconozco.

11.38. Tomar la bici.

Pero antes. Meterme a bañar. Terminar mis tareas. Vestirme.

Pantalón y playera.

Algo de mangas largas, algo que evite tener que usar el bloqueador solar.

Tomar la bici. Bajarla cargando tres pisos. El portero de mi edificio es muy amable.

El portero está muy lejos de ser Reinaldo Arenas o de ser Roberto Bolaño.

El imaginario de los porteros en la literatura.

Tan lejos de Reinaldo Arenas.

Tomar primero la calle pequeña del callejón hasta salir a plaza de la República.

A esa altura la avenida es calle y plaza.

Yo, en la República, siempre soy ciclista no importa si estoy adentro o afuera.

Y la ciclopista de Reforma es lo más.

Una vez me dijeron que no se llama ciclopista, pues no estoy compitiendo.

Se llama ciclovía porque está integrada a la avenida.

Pero en mi mente siempre aparece la palabra ciclopista.

Todo Reforma hasta llegar a la glorieta de Cuitlahuac,

o intentar tomar el Eje Central.

Tomar el bajo puente que siempre está inundado, no importa si es temporada de lluvias.

Pero esta vez me iré por Reforma.

En mi mente ya me estoy yendo.

En mi mente ya entré a bañarme, ya decidí qué ponerme,

ya terminé mis tareas,

ya estoy cargando la bicicleta, dos, uno, escaleras.

Buenas tardes, portero que no es Reinaldo Arenas.

20 minutos de mi casa a Tlatelolco.

Nadie sabe si será un buen día, pero quiero creer que sí.

Quiero pensar que cuando llegue a Reforma me tocará la vía despejada

y no tendré que hacerme a un lado de la cuneta para que el metrobus no me atropelle, y espero que en esa cuneta, no este un triciclo de esos que cargan garrafones.

Llegar. Llegar puntual. Amarrar la bici. Respirar.

Quitarme el sudor de la frente.

Amarrar la bici.

11.45.

Es hora de que las cosas comiencen.

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