46/52 notas sobre el 2020

Idalia Sautto
4 min readDec 5, 2020

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Hace un año en la entrada 46/52 escribí lo siguiente: “2019 fue el año que esperaba tener en 2017 pero que llegó dos años después, aunque esté por terminarse, algo en el fondo de todas las cosas que sucedieron me indican que 2020 será un mejor año”.

Aunque 2020 fue el año de la pandemia y por tanto un año de cambios precipitados, de vueltas en u, de toma de decisiones y mudanzas, para mí fue un año para salir del «deber ser» y de estar haciendo muchas cosas a la vez. Dejé de dar clases un semestre y me di cuenta que eso me daba mucha paz. Estuvo bien volver a preguntarme por la importancia de la vida cotidiana. De poner en juego lo más íntimo, de cuestionar si realmente quiero esta vida que tengo y por qué. Y la respuesta fue sí, quiero esto. Quiero seguir teniendo un espacio para mi propio proyecto, aunque eso signifique más dinero y esfuerzo, aunque tenga que hacerlo sola. También fueron meses de espera, de tener paciencia, de creer que el mundo se detendría un par de meses y no el año entero. Y que la espera no fuera sinónimo de inactividad, al contrario, de seguir generando libros aunque el tiempo fuera otro, de seguir grabando y seguir escribiendo proyectos que luego son una realidad.

Hacia septiembre cuando las noticias fueron más claras y se sabía que esto seguiría más allá de diciembre comencé a trabajar en un proyecto que reflexiona sobre el futuro. Pronto saldrá Blickwinkel: momento futuro. Un acercamiento y reflexión sobre cómo pensamos nuestro presente e imaginamos el futuro. Y surgió una antología (un libro muy hermoso) que dispara la perspectiva que tenemos en este año, 2020, de seguir imaginando en conjunto, los distintos futuros. Aunque el futuro es hoy, y el encierro será todavía largo, hay que seguir pensando qué resortes nos empujan a seguir desde la literatura, desde la filosofía, desde el tiempo narrativo en el que nos apoyamos para escribir. Esta esperanza, al final, tiene muchos nombres.

De marzo a septiembre la vida se hizo lenta. Pero de septiembre a diciembre ha sido correr a toda velocidad con dos proyectos que me tiene sumamente feliz, que me hacen confirmar que este año ha sido un buen año. No fue como lo imaginé, y creo que nadie lo pronosticó, pero eso también me parece una buena señal. Un momento para dejar de enajenarse. Para hacer un alto.

El año aún no termina pero me he dado cuenta que en muchos medios comienzan a utilizar ese adjetivo: 2020 un año histórico, el año de la pandemia. 2020 un año que nunca olvidaremos o quizá precisamente por esto que nos duele tanto terminaremos olvidándolo.

Para mí será el año en donde solo edité un número de mi fanzine pero di el taller más entrañable de fanzines a través de zoom, gracias Joan. Será el mejor año de la pitzi, también, pero no hubiera sido posible sin la ayuda de Alex, Liz, Manuela, Isolda, Nesa y Lucía. Será un año en donde moví mi escritorio al menos 3 veces de lugar. Será el año que Canal de Panamá salió en su versión podcast y que a diferencia del año pasado nos tomamos el tiempo que quisimos y divagamos todo lo que pudimos y cerramos las pinzas también cuando queríamos y, cuando no, no pasó nada, y eso gracias a Abril, al deseo compartido de seguir grabando, de seguir bailando aunque sea a la distancia.

Será el año que más cerca he estado de mi hermana. Será el año que adopté a Fermín. Será el año que volví a ser muy amiga de Mariano. Será el año que a diferencia de los últimos cinco años no me enfermé una sola vez de gripa. Será el año que más cerquita he estado de Alex, y de sus indispensables desayunos y de sus aguas con jengibre y miel y de sus cumbias y de sus recomendaciones de libros y de pelis.

Ahora mismo, estoy en Cedro, el estudio en el que cumplo 8 meses. Estoy viendo hacia la ventana y hacia la cocina. Frente a mí queda el futón hecho sillón y arriba de él un cartel de la presentación de las cosas vivas y muertas: el Lago de Texcoco.

A mi lado una postal de Adrian Tomine. Un recordatorio del futuro de los libros. Una imagen que me anima a seguir haciendo libros. Otra manera de despejar este año.

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